Desde que el nuevo Govern Bauzá anunciara hace algo más de dos semana, que no había dinero para pagar la finalización de las obras de la línea ferroviaria entre Manacor y Artà, las máquinas dejaron de funcionar. Este pasado miércoles llegaba la confirmación oficial de boca del nuevo gerente de Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM), José Ramón Orta: "Madrid solo ha pagado hasta ahora 57,5 millones de los 443 necesarios". Y al menos hasta que pase la crisis, el grifo permanecerá cerrado.

Pero el paisaje permanece. Varado en una especie de limbo de hierros, plásticos, montones de piedras, estaciones acabadas sin uso programado y caminos cortados. Un cauce desierto, una especie de torrentera de tierra árida de color amarillento a cinco metros de suelo firme. Ya no se oyen motores, sólo el aire moviéndose y formando polvaredas cada cierto tiempo.

Saliendo desde la plaza Madrid de Manacor (punto en donde debía situarse la estación de salida hacia Artà), y siguiendo la carretera hacia Son Negre, una larga recta se abre a lado y lado de un antiguo puente que todavía se conserva de la antigua línea cerrada en los setenta. "Lo bueno es que no se oye nada por las mañanas y puedes despertarte de manera más tranquila", comenta un vecino de la zona, "incluso ahora es posible salir a correr por aquí sin estar pendiente de los coches".

No hay traviesas ni vías, no existen catenarias ni balasto que rompa la sensación de caminar en tierra de nadie. Las obras para la línea Manacor-Artà (con paradas en Sant Llorenç, Son Carrió y Son Servera) se licitaron por 91 millones. La Ley de Contratos a la que se acogerá el Govern permite negociar con los contratistas un parón por un año, prorrogable si hay acuerdo entre las partes. Desde el PP no se quiere mentar la palabra ´nunca´.

Posible reunión

Desde el coche, a ratos, la textura del suelo, la extensión, parece el decorado de una película marciana, ingrávida. Cerca de la rotonda de Sant Llorenç, paralela a la carretera, de nuevo la misma sensación. Pequeños túneles de hormigón para salvar los pasos a nivel, acequias y algunas piedras pintadas de azul. "Con el dinero que hay gastado, sería ilógico que ahora se descartara. Lo normal es que las obras continúen aunque lo hagan a un ritmo más lento", expresa al alcalde del municipio llorencí, Mateu Puigròs (GISCa). "Creo que Bauzá ya ha manifestado su deseo de reunirse con los primeros ediles afectados, así que de momento hay que esperar..."

Pero el principal problema que corre en contra del parón (además del humano y el empresarial), es la degradación. Hace unos meses se compraron hasta seis unidades de tren Vossloh; 24 millones que esperan precintados. También las estaciones y las dos naves (en Son Carrió y Artà) ya levantadas para recoger, arreglar y mantener las máquinas. Sorprendentemente, pasando por el polideportivo semicubierto carrioner, uno se da cuenta de que no es ni la mitad de voluminoso que el de SFM.

De vez en cuando alguna máquina amarilla recuerda los trabajos cerca de la nueva ronda de Son Servera. Pronto tampoco estarán. El alcalde Pep Barrientos (PSOE), cree que lo sucedido perjudicará a la zona hotelera de Cala Millor. No en vano, la carretera que une ambos núcleos permanece cortada por los ´trabajos´.

Desde Manacor, cuyo alcalde Antoni Pastor (PP), fue el único de los implicados que no acudió al acto de reivindicación del tram-tren del pasado 3 de agosto, se quiere evitar entrar en lo que consideran un "juego político" y opinan que primero debería estudiarse la viabilidad económica (y de pasajeros), antes de entrar en confrontaciones.