Parece ser que la inestabilidad de los mercados también afecta a las ferias. Maria de la Salut acogió anteanoche la primera jornada de la feria de oficios tradicionales y payesía. En esta ocasión, este típico evento del mes de agosto tuvo una escasa afluencia de público.

La muestra estuvo organizada por el colectivo Segona Ona, formado por gente de la segunda edad de la localidad, que montó una exposición de herramientas y aparejos del campo mallorquín en el centro de la plaza des Pou.

Entre los vendedores hubo bastantes caras conocidas de otras ediciones de la feria. Otros, como Pere Crespí, un joven ingeniero técnico agrícola de Santa Maria, participaron por primera vez en el mercadillo. En su parada se pudo catar y adquirir vino de Son Crespí de Passatemps. "Esta bodega es relativamente joven; empezó en el 2007. La administraba mi padre y me pasó la responsabilidad hace poco tiempo. Ahora me encargo del negocio con la ayuda de Ángel Contreras, un agricultor experto en el cultivo de la vid. Contamos con unas cinco hectáreas de viña totalmente ecológica y una producción de unas 3.000 botellas", explicó el joven. En su empresa elaboran tintos, rosados y blancos con las variedades de Manto Negro, Collet y Prensal para el blanco. "Son caldos suaves con sabor afrutado y baja acidez", añadió Crespí.

Siguiendo la ruta por las paradas, estaba la palmesana Marta Coll, que también asistió por primera vez a la feria. "Me dedico a la confección de abanicos y decoración de porcelanas y botellas. Suelo acudir a los mercados artesanales y ferias como ésta", comentó. Entre los puestos dedicados a la pintura, destacaron las obras de Carme Frau, de Palma, con pintura figurativa al óleo.

Otros dos novatos fueron Tomeu Pons y Paco Mateo, que se dedican al bordado de punto mallorquín. "Nos quedamos sin trabajo por la dichosa crisis y algo teníamos que hacer para comer y subsistir. La solución fue dedicarnos profesionalmente a lo que antes era solo una afición para nosotros", comentan los jóvenes, satisfechos con la experiencia. "La verdad es que el negocio nos funciona bien y este trabajo nos ha dado una cierta tranquilidad económica", aseguraron.

Jaume Munar es de Petra y este fue su cuarto año en la feria de Maria. Todo madera y color era su lema. "Fabrico utensilios de cocina, escaleras de adorno y juguetes. Uso maderas de limonero, olivo y níspero. Esta última es muy dura pero ligera, y el olivo es de las mejores maderas que hay", dijo.

En el recinto ferial vendieron camisetas los integrantes del Rock´n´Rostoll, y la asociación de la tercera edad –fiel a su participación anual– ofreció buñuelos a buen precio.

Aunque la gran oferta veraniega de los pueblos de Mallorca rebajara la afluencia de público, la feria nocturna de Maria regresará el próximo 19 de agosto con más tradición de la isla a la venta.