­Empapelado como un siurell, con mensajes de ´se vende´ escritos en alemán, manchado de rojo o con los colores de la bandera gay. Si Darwin levantara la cabeza, seguro que estaría orgulloso de la evolución del único toro de Osborne ´vivo´ que queda en Mallorca. Su pervivencia (amparada por la Ley desde 1994), símbolo de la patria y los valores hispanos para unos y del folclore malicioso y opresor para otros, se basa precisamente en eso, en la controversia, en su valor como pizarra pública de deseos y reivindicaciones.

Ayer y tras el repintado de negro riguroso protagonizado este pasado sábado por el Círculo Balear, grupos protaurinos de derechas y los senadores del PP Joan Fageda y Joan Huguet, la silueta taurina despertaba al sol de mayo entre flores blanquirojas esbozadas con espray y un lema sobre el lomo: "Ja és primavera a Son Munar", no se sabe si en relación a la finca donde se halla la valla publicitaria o como recordatorio a la ex presidenta de UM, vinculada a la construcción de la nueva carretera desdoblada hace unos años entre Palma y Manacor.

Lluvia floral sobre fondo negro, un reclamo demasiado apetitoso como para no captar la atención turística. Sobre las dos de la tarde ya movilizaba a su alrededor a un nutrido grupo de ciclistas foráneos, quienes admirados por el cambio de look y cámara en ristre, sonreían y discutían sobre las bondades de las obra en perfecto inglés.

Todavía no hay reivindicación del acto ni fecha para su repintado oscuro, aunque sí un comunicado de prensa del colectivo Endavant, felicitándose "de la capacidad de respuesta de la sociedad mallorquina. Estamos orgullosos de pertenecer a un pueblo vivo, combativo y con humor. Un pueblo persistente que cuando es necesario rechaza con imaginación aquello que le ofende". Tras denunciar lo que sostienen que es "una connivencia entre el PP y los grupúsculos fascistas", acaban su escrito animando "a la sociedad a seguir saboteando y denigrando esta simbología".

Por cierto, en la página oficiosa que repasa los orígenes, la distribución y las vicisitudes de las 89 reses que quedan en el territorio estatal, ya se especificaba el nuevo acto: "El toro de Mallorca es nuevamente pintado con colores y símbolos de la paz". Desligado cada vez más de la bebida alcohólica que le vio nacer en 1956, el debate continúa.