La primera de las grandes ferias de la primavera mallorquina pasó el examen con nota. Santa Margalida acogió ayer a miles de personas con una propuesta que seguía los patrones clásicos de los eventos comerciales de esta época del año en la isla. Es cierto que todas las ferias mallorquinas se parecen entre sí en cuanto a la oferta exhibida, pero también lo es que el público no se cansa de ellas y suele responder al reclamo si la climatología es favorable. Ayer lo fue. El resultado: calles repletas de gente, sobre todo alrededor del mediodía, y cientos de paradas comerciales en las que uno podía encontrar lo inimaginable. En cualquier caso, el paseo agradable en familia estaba garantizado.

Lejos de concentrar toda la oferta comercial en la plaza y en las calles adyacentes, la Fira de Santa Margalida se distribuyó de forma lineal. Es decir, para ver toda la propuesta ferial, los visitantes tuvieron que cruzar la localidad de punta a punta. Desde la calle Miquel Ordines, donde se ubicaban los vehículos y la maquinaria agrícola, hasta la calle Antoni Maura, zona en la que los protagonistas eran los coches antiguos, en los que cientos de visitantes pudieron fotografiarse. Entre estos dos polos opuestos se concentró el resto de temáticas.

La plaza de la Vila fue el centro artesano de la feria y punto en el que se encontraban los puntos de venta de plantas y flores. Eran pocos los visitantes que regresaban de Santa Margalida sin algún vegetal bajo el brazo, ya que el colorido y los aromas de la primavera resultaban irresistibles para la mayoría. Las flores se despacharon como rosquillas. En la plaza hubo demostraciones de fabricación artesanal de diversos productos.

Las paradas de alimentación se distribuyeron a lo largo de las calles Joan Monjo March y Doctor Calafat, mientras que el Passeig des Pouàs fue la avenida elegida para las carpas dedicadas a las asociaciones locales e insulares. En esta calle llamó mucho la atención de los visitantes una espectacular exposición de bonsais.

Las muestras de animales, imprescindibles en todas las ferias de la isla, también registraron una elevada presencia de público. Porcs negres, cabras, ovejas y caballos triunfaron entre el público, principalmente entre los más pequeños. Muy seguidas fueron también las demostraciones de descenso de cuerdas a cargo de la agrupación local de Protección Civil, las muestras caninas y la demostración de Carrusel organizada por la asociación de caballistas de la localidad. Las diversas exposiciones de pintura, manualidades y muebles restaurados ubicadas en distintas zonas de la Vila fueron también muy aplaudidas por el público.

La presencia de autoridades fue muy nutrida. El alcalde anfitrión, Martí Torres, estuvo acompañado por los consellers Vicenç Thomàs y Francesca Vives, además de otros cargos del Govern y el Consell. Los políticos se concentraron a las 9,30 horas en la plaza y después realizaron un recorrido por todo el recinto ferial.

Ya por la tarde, cuando la mayor parte de los visitantes ya había abandonado la Vila, se llevaron a cabo diversas actuaciones musicales en la plaza.