El ayuntamiento de Sóller ha perdido la titularidad de la Fàbrica Nova de la que poseía el 50% después de haber incumplido el acuerdo por el que recibió la propiedad mediante el cual Sóller debía crear un museo textil.

La cesión de la propiedad quedó estipulada en el testamento que dictó Adela Oliver Llinás, hija ilustre de Sóller, que además de ceder la mitad de este espacio legó al ayuntamiento el 10% del fruto de la venta de varias fincas y propiedades inmobiliarias. La herencia que aceptó el ayuntamiento en 2002 contemplaba que debía crear un museo textil en el plazo de cinco años, plazo que ha sido superado sobradamente.

Los sucesivos consistorios que han gobernado Sóller en la última década habían manifestado su predisposición a crear este museo, pero la falta de recursos municipales lo impidió.

No obstante, en la pasada legislatura la Unión Europea concedió una ayuda de 600.000 euros para dicha institución de la que se creó una fundación. A pesar de esta inyección de dinero el museo nunca llegó a prosperar hasta el punto que la subvención fue retirada. El dinero fue a parar posteriormente al museo modernista de Can Prunera.

Javier Oliver, familiar directo de la mujer que legó la fábrica al ayuntamiento, explicó que "el Ayuntamiento sabe perfectamente que ha perdido la propiedad del edificio" y que "el caso está en estudio por parte de los servicios jurídicos del municipio".

En su opinión, la pérdida del patrimonio "ha sido cogida por parte del Syuntamiento sin ningún obstáculo, porque saben perfectamente que no han hecho nada al respecto".

Las diferencias entre los herederos de Adela Oliver y el Consistorio se remontan a años atrás debido al bloqueo que sufría la creación del museo.

Hace dos años éstos ofrecieron al Ayuntamiento comprar el 50% de la propiedad restante del edificio, una propuesta que nunca llegó a cuajar debido a la situación de las arcas municipales.

Pujante industria

La Fàbrica Nova se erige como uno de los últimos testimonios de la pujante industria textil que tuvo la localidad de Sóller durante la primera mitad del siglo veinte.

En su época de máximo esplendor, hubo hasta 14 fábricas, que fueron cerrando progresivamente a partir de las décadas de los sesenta y setenta.