Desde 1920, Can Molinas se dedica a la producción artesana de pan y productos pasteleros, aunque lo que realmente le ha dado fama son las coques de patata.

El año pasado, el horno de Can Molinas conmemoró su 90 aniversario y quiso celebrarlo con todo el pueblo. Después de la proclamación de las ´hereves´ de las fiestas de la Beata invitó a los vecinos a coca de albaricoque y moscatel. El mismo día, el consistorio homenajeó al establecimiento que con sus coques de patata ha dado fama a Valldemossa. Años antes, en 2007, había recibido el Premi Ramon Llull del Govern y en 2009, la OCB también reconoció la labor de Antònia Calafat, madre de Miquel Àngel Cañellas, con el premio Fàtima.

–Una larga historia.

–Se inició en 1920 cuando mi abuelo, Miquel Cañellas, de apodo Molí, llegó de Bunyola y se casó con Margalida Estrades. Abrieron un horno en la calle de la Rosa y creemos que el nombre de Can Molinas viene del malnom Molí. Hacían pan y, poco a poco, también empezaron a elaborar coques y otros productos. A mediados de la década de 1940, mi padre y mi madre se hicieron cargo del horno.

–¿Cómo empezaron a fabricar las coques de patata?

–Suponemos que era una receta de la familia. En los primeros años las hacían grandes y las vendían a trozos. Mi padre explicaba que las cortaban con la mano. Con la llegada del turismo se empezaron a hacer famosas. Ahora Can Molinas viene en las guías turísticas y muchos nos conocen por eso. También hay mallorquines que vienen a Valldemossa a comprarlas.

–Ahora hasta tienen una sucursal en otra calle del pueblo.

–A mediados de la década de 1970, precisamente por el turismo, decidimos abrir una sucursal en la calle Blanquerna, más cerca de la Cartoixa, dónde se concentraban los turistas. Antes, el centro de la actividad del pueblo era en la zona baja y con el turismo pasó a esta zona. De todas formas, aún hay gente que prefiere ir a la calle de la Rosa, sobre todo valldemossins que siempre habían ido allí.

–¿Quién lleva ahora el negocio?

–En 2005 lo dividimos en dos departamentos, el de fabricación y el de venta. En el primero trabajamos Miquel Àngel y Maria Pilar Cañellas y Toni Mas y el de venta está a cargo de Margarita Vicens y Antònia Torres. Ese año también reformamos el establecimiento de la calle Blanquerna y lo reconvertimos en cafetería.

–¿Qué caracteriza al horno de Can Molinas?

–Yo diría que el hecho de que seguimos haciendo lo mismo de siempre. Toda la vida hemos hecho lo mismo y seguimos haciéndolo, con las mismas recetas que mi padre y mi abuelo. Además, somos el único horno de leña de Valldemossa y uno de los únicos que quedan en Mallorca

–Además de las coques de patata, ¿qué otros productos fabrican?

–Hacemos pan, aunque no constituye nuestra venta principal. También gató de almendra, mantecados y en Pascua hacemos ´panades dolces´, que también tienen mucha fama.

–¿Cómo ve el futuro?

–El tiempo lo dirá, seguiremos haciendo coques... Antes sólo los hornos podían vender pan, y ahora lo encuentras en cualquier supermercado o gasolinera. Creo que sobrevivirán aquellos hornos que tengan algún producto que les caracterice.