Su camiseta roja con una gran cruz blanca estampada en la espalda les delata. A pesar de su discreción, su paso deja honda huella en quienes los tratan. Tienen por vocación ayudar a otros seres humanos, cosa que hacen sin pedir ni recibir nada a cambio y en estos tiempos de crisis, su número también aumenta, no solo el de demandantes de ayuda. Hablamos de los voluntarios de la Asamblea Local de la Cruz Roja en Alcúdia, corazones en acción que combaten la soledad, la pobreza y la enfermedad de los demás.

La Asamblea Local de la Cruz Roja de Alcúdia se constituyó hace varias décadas. En la actualidad tiene su sede social en una céntrica calle del casco histórico, en un local cedido por el propio Ayuntamiento. Es aquí donde los voluntarios tienen su punto de encuentro, y donde se desarrollan algunas de las actividades propias de la entidad: como la formación de nuevos colaboradores, tareas administrativas, atención a posibles beneficiarios, o el servicio de "ropero", que se lleva a cabo en colaboración con Cáritas: un enorme guardarropa de segunda mano al que puede acudir cualquier persona para adquirir prendas de vestir gratuitamente.

Bernadí Villalonga es desde 1999 el presidente de la Assamblea de la Cruz Roja en Alcúdia y no duda a la hora de afirmar que con la crisis económica que se está atravesando no sólo ha aumentado la demanda de ayuda, sino también la oferta de colaboración, y eso es debido, matiza, a un doble motivo. "Por un lado hay más gente concienciada en que hay que ser solidario, pero también es cierto que ha aumentado la población sin trabajo y cada vez son más los que prefieren hacer algo positivo mientras les sale algo".

El voluntario, según explica Bernadí, comparte principalmente su tiempo, y lo hace en la medida de sus posibilidades:"No hay ni un mínimo ni un máximo de tiempo. Tenemos voluntarios que colaboran una o dos horas cada quince días, otros que participan semanalmente y algunos que lo hacen solo en ocasiones. Pero toda participación es bien recibida y necesaria".

La Assamblea Local de la Cruz Roja de Alcúdia se compone aproximadamente de unos 250 socios de base. Sus cuotas, más una subvención anual del Ayuntamiento, que también cede el local, cubren sólo en parte las necesidades económicas de la entidad que organiza por este motivo diferentes campañas de recaudación de fondos a lo largo del año: venta de libros de segunda mano en colaboración con la biblioteca Can Torró, el Sorteo del Oro…

Actualmente en Alcúdia hay 88 voluntarios, el 25 por ciento de los cuales participa semanalmente y con regularidad en los programas que se llevan a cabo: acompañamiento de personas mayores, administración, atención de inmigrantes y trabajos medioambientales. Entre ellos se cuenta además gente de nacionalidades bien diversas como argentinos, colombianos, chinos y marroquíes.

Gente joven

A los proyectos habituales pronto habrá que añadir el de Cruz Roja Joventut. La base de voluntarios jóvenes ha crecido y entre ellos se cuenta Angel Mesa, de 22 años, que se sumó a la asamblea de Alcúdia hace solo 4 meses pero que ya ha visto sus expectativas superadas. Angel compagina el voluntariado en invierno con el trabajo de cocinero en verano. Hoy se forma en Palma donde participa de proyectos como visitar la guardería de la cárcel o la ciberaula en hospitales. Su meta es poder hacer actividades orientadas a jóvenes en el propio municipio de Alcúdia, en los institutos o en los ambientes de ocio.

Dar, llena más que recibir

German y Maria Margalida acuden los martes a casa de Madó Francisca, una mujer valiente a la que una artritis generalizada reduce la mobilidad però no la determinación de vivir. Los chicos de la Cruz Roja la visitan con regularidad y si el tiempo lo permite, con la furgoneta de la asociación la acercan hasta el mercado, el puerto, o incluso más allà del término.

Ambos afirman que como voluntarios se sienten muy agradecidos a las personas que acompañan porque reciben, aseguran, "más de lo damos. Nos dan mucho la verdad. Comparten con nosotros sus recuerdos, sus experiencias, su vida. Y hacen que nos sintamos bien. Muchas veces venimos por una hora y nos pasan dos sin darnos ni cuenta".

El propio Bernadí Villalonga comparte este tipo de experiencia y recuerda una entrañable anécdota: "Hice un programa de musicoterapia para la gente del Centro de Día. Allí ponía música de Juanito Valderrama, Pepe Blanco, Lola Flores… poco a poco se animaban y aquello era una fiesta. Per aún así había una señora que no reaccionaba. Tenía Alzheimer. Pero un día pinché una canción y recordó toda la letra. No la música, pero la letra sí. Y a partir de ese momento pareció estar más en el momento. Formar parte de esto es impagable".