El presidente de la compañía Ferrocarril de Sóller, Óscar Mayol Mundó, encara con un relativo optimismo la próxima temporada turística. "Sobre todo teniendo en cuenta que Alemania ya sale de la crisis", apunta. Asegura también que la oferta de transporte ferroviario hacia el municipio mantiene vigencia de cara al futuro.

­–¿Cuántos pasajeros transportó el ferrocarril en 2010?

–Nuestros trenes movieron un millón de pasajeros a lo largo del pasado ejercicio, lo que supone un poquito menos que en años anteriores.

–¿Cómo les ha afectado la crisis económica?

–En términos generales no nos podemos quejar, porque el 2010 no fue un año malo a pesar de haber disminuido algo el número de pasajeros.

–¿Cuál es el perfil del usuario del tren?

–El prototipo de nuestro pasajero es un turista que viene a pasar el día a Sóller, bien sea yendo a la playa, a la montaña, a los museos, sa Calobra o simplemente para pasear. El 99% de nuestros usuarios son turistas y solo el 1% son residentes del valle.

–¿Por qué los sollerics no utilizan el tren?

–Porque el tren no puede competir con las frecuencias que ofrece el bus. Además, nuestro trayecto dura una hora y el del bus la mitad. Y cada media hora sale un autocar hacia Palma, por lo que si un solleric va a la ciudad por trabajo es lógico que coja el autobús porque le es más cómodo.

–¿Cómo se espera la temporada turística que acaba de empezar?

–En un principio, las perspectivas son buenas teniendo en cuenta que Alemania ya sale de la crisis. Además, los últimos acontecimientos ocurridos en Túnez y Egipto harán que muchos turistas opten por Balears. El problema de hoy en día es que los turistas cierran su reserva a última hora, lo que hace difícil hacer previsiones a largo plazo.

–¿Un tren con vocación turística o de servicio público?

–El tren tiene una vocación turística y cultural, uniendo el arte con el turismo. Es una manera de ofrecer propuestas alternativas al visitante, puesto que no todo el mundo quiere ir a la playa. Además, hay que tener una oferta para la temporada invernal. Por eso, nuestra apuesta fue crear un museo en Can Prunera.

–¿Y es una oferta con futuro?

–Todo cuanto puedas ofrecer al visitante tiene futuro teniendo en cuenta que la costa norte de Mallorca es una de las más bonitas de la isla. La gente que nos visita está interesada en conocer Sóller. Por consiguiente, cuanto más ofrezcas más pasajeros tendremos y a todos nos irá mejor.

–¿Se amortizará algún día toda la inversión realizada en Can Prunera?

–Estamos convencidos de que sí. El problema es que las administraciones no han cumplido con las aportaciones comprometidas, por lo que el museo tiene una carga económica importante que poco a poco vamos saldando. El museo funciona bien por sí mismo teniendo en cuenta que en verano lo visitan entre 500 y 700 personas a la semana, mucho más que otros museos.

–¿Es el tren el motor de la economía de Sóller?

­–No, tampoco creo que sea eso. Lo que pasa es que el tren es parte integrante de la economía del valle. A diario deja a 800 personas en el valle que van a bares, restaurantes o a sa Calobra, viajeros que generan un movimiento económico. Pero además de nosotros están los hoteleros y los restauradores como impulsores de la economía local.

–¿Qué inversiones están en marcha y cuáles se prevén?

–Ahora mismo estamos renovando la primera planta de la estación de Palma y lo que nos queda por hacer es mejorar las estaciones eléctricas de Bunyola y Sóller. Otra inversión por concluir es la mejora de las vías por el interior de los túneles. El tren de Sóller tiene cinco kilómetros de vías por el interior del túnel y el secreto de su buena conservación es intentar que la humedad no dañe las traviesas. Y en eso seguiremos trabajando.

–¿Será seguro el paso del tranvía de Sóller por el nuevo paseo marítimo del Port?

–En muchas ciudades como Barcelona, Valencia o Sevilla el tranvía convive con los vehículos y peatones, porque están integrados en el paisaje urbano. De hecho, el paso del tranvía por el centro de Sóller no ha supuesto nunca un peligro para nadie y no tiene por qué serlo en el Través. Pero aun así en el Port, además de circular los tranvías con precaución, se debería delimitar la vía con parterres para dar a entender al peatón de que por ahí no se puede caminar. Creo que peatones y tranvías van a convivir perfectamente como ocurre en otros lugares.