­La competencia desleal está afectando seriamente al sector pesquero mallorquín. La organización de productores Opmallorcamar, que agrupa a prácticamente todas las cofradías, asegura que es un problema que se remonta a hace tiempo pero que estos dos últimos años ha aumentado sensiblemente. Con la crisis se ha agudizado pero, según los profesionales, no todos los ilegales salen de pesca por necesidad, muchos lo hacen porque es una forma de obtener bastante dinero sin ningún control.

Según los cálculos de Opmallorcamar hay aproximadamente 1.000 barcas recreativas que efectúan pesca furtiva. Antoni Garau, secretario de la mencionada agrupación, puntualiza que "la pesca recreativa es sólo para autoconsumo. No pueden comercializar el pescado, pero en muchos casos la tentación es demasiado grande".

La pesca ilegal se centra en determinadas especies, pero algunas de elevado precio. El calamar, el raor, el verderol, el caproig, el pescado de fondo en general, así como el mero o el dentón son las especies más predadas por los furtivos. Garau explica que "a quien afecta más es a las barcas de arte menor. Es decir, precisamente a las que usan sistemas tradicionales y respetuosos con el medio marino. A los arrastreros, que pescan grandes cantidades, no les produce tanto perjuicio".

La realidad es cruda y patente en municipios costeros como es Alcúdia. Esta ciudad cuenta con el segundo puerto pesquero de Balears, por el número de embarcaciones y capturas. A pesar de ello no cuenta con una sola pescadería y su lonja nunca ha llegado a funcionar a pleno rendimiento debido a la competencia desleal.

Hay restaurantes en la zona que sirven pescado fresco que no compran en la lonja de Alcúdia y que tampoco están acreditados en la de Palma. Sebastià Cifre Serra, presidente de la Asociación de restauradores de Alcúdia, confirma que "es cierto que existe una oferta ilegal de pescado. Cada año vienen pescadores furtivos a ofrecernos pescado en negro y aseguran que pueden suministrarlo regularmente. Como profesional nunca he comprado puesto que entiendo que es un producto sin ninguna garantía y que no cumple ninguna normativa".

Baja rentabilidad

Jaume Llitrà, patrón de pesca profesional, sostiene que debido a la baja rentabilidad de la lonja local no pueden disponer de personal y han de vender ellos mismos el pescado. La mayoría se hace a la mar de madrugada, cuando todavía faltan algunas horas para amanecer, y llegan al puerto al mediodía o a primera hora de la tarde. Vender directamente el pescado es una tarea que se les hace muy cuesta arriba. Pero aún así la cofradía abre de 17 a 19,30 horas. Son pocos, pero defienden sus capturas hasta el límite del cansancio.

Llitrà, a tenor de la venta ilegal de pescado por parte de lo que denominan recreístas y submarinistas, afirma que en verano el problema se agrava. "He visto neveras de restaurantes tan grandes como la que tenemos en la lonja llenas de meros arponeados que no dan la talla", dice.

Fuentes de la lonja local han confirmado que la osadía de los ilegales ha llegado a tales extremos que incluso les han hecho ofertas para que vendan su pescado a cambio de un porcentaje.

Biel Payeras es el presidente de la cofradía de pescadores Sant Pere de Alcúdia, Can Picafort y Colònia de Sant Pere. Asegura al respecto que "a diario salen unas 30 barcas pirata de Alcúdia, llaüts i otras embarcaciones de recreo". El presidente de los pescadores afirma que su presencia es tan numerosa que han copado ciertos caladeros y obligan a los profesionales a tener que salir más en medio del canal de Menorca.