Siempre que Günter Hammer pasa por la carretera entre Son Servera y Artà recuerda aquel día. Fue un domingo cualquiera de 1977, la fecha exacta se pierde en su memoria. "Estaba conduciendo como lo hago ahora", dice el jubilado alemán entrando con su coche en la Ma 40-41. Hace más de 30 años alquiló con su mujer y otra pareja, un Fiat 124 para visitar a unos amigos en Artà. Fue en un paso a nivel donde ocurrió la colisión que cambió el devenir del ferrocarril en la isla. La conexión de Manacor a Artà agonizaba.

La historia del alemán que acabó en los años 70 con el tren del Llevant empieza con una avería. El grupo emprendió su camino de Palma a Campos para visitar el mercado. "Allí nos dimos cuenta de que no había rueda de recambio y que estaba rota la marcha atrás". Pero no querían volver a Palma y decidieron continuar.

Cerca de Artà llegaron a un paso a nivel sin barrera. De repente, desde la derecha, Hammer vio como se aproximaba un tren a casi 40 kilómetros por hora. Frenó en seco. Acelerar ya no era posible, el motor no daba para eso. Dar marcha atrás tampoco era una opción, "¡agarraos que viene el tren!". La locomotora se estampó contra el vehículo y no se detuvo hasta pasados cien metros. Agarrado al freno de mano, comprobó que ya no quedaba nada de la parte delantera. "A nosotros no nos había pasado nada, pero el tren estaba reventado".

La Guardia Civil pronto se personó para investigar el accidente. "No hubiera sido posible ver el tren a tiempo", comentó Hammer. La casita guardabarrera estaba vacía, sin rastro de la señora mayor que solía advertir con una bandera cuando un tren arribaba. Los matorrales de ambos lados de la carretera medían más de un metro, "habría sido necesario bajarse del coche para verlo".

Según parece, la investigación no dio muchos resultados, "nunca más me enteré de nada más", dice el alemán de 76 años, que ya ni se preocupó por retirar el coche y exigió a la empresa de rent-a-car la devolución de la fianza. Por la noche, las dos parejas festejaron el inicio de su "segunda vida".

En los periódicos de entonces, parece que el suceso no tuvo mucho impacto. Después de 30 años no hay artículos referentes a ello en la hemeroteca. De todas maneras, el trayecto había dejado de ser rentable desde hacía mucho tiempo y el mantenimiento de la línea era deficiente. También en Mallorca el coche estaba adelantando al tren. El trayecto Inca-Manacor-Artà se cerró en el 1977 de manera ´provisional´, pero lo cierto es que el accidente fue el golpe mortal para un tren moribundo que ahora quiere renacer.