Porto Cristo, Portocristo, Port de Manacor, Porto-Cristo, Cala Manacor o Colònia de Nostra Senyora del Carme. Todos ellos son topónimos que denominan un mismo lugar, el mayor núcleo costero del municipio de Manacor, situado a doce kilómetros de la capital y fundado como poblado pesquero hace algo más de un siglo.

Y aunque parezca mentira, exceptuando los dos últimos, todos los demás aún pueden leerse en las carreteras, letreros y mapas de la zona. Pero entonces... ¿Cuál es el correcto?. Esa es la pregunta que enfrenta desde hace veintidós años al Ayuntamiento, el Govern, la UIB y la Agrupació Independent de Porto Cristo (AIPC), esta última actual socia de gobierno de Antoni Pastor (PP).

"Aunque por razones que no termino de ver claras no caiga bien, el topónimo genuino es el de Cala Manacor para el accidente geográfico y el de Port de Manacor para el núcleo; y si nos remontamos al momento de su fundación seria el de Colònia de Nostra Senyora del Carme", recuerda Miquel Grimalt, catedrático de Geografía de la Universitat de les Illes. "Portocristo es un falso mozarabismo creado a imitación de otros verdaderos como Portopetra (que no Portopetro) o Portopi. Si partimos de la base que se trata de un neotopónimo y que el genérico Porto no tiene significación, debería escribirse junto. El problema es que se ha querido crear con todo ello una cuestión política".

La sentencia del Supremo

Pero vayamos al principio. Todo empieza en 1988, cuando el Govern quiso normalizar e institucionalizar por decreto los nombres de algunos de los enclaves de la isla y por ende del municipio manacorí. Respaldado por la UIB, el Ejecutivo balear propuso Portocristo, Cala Moreia y Estany den Mas como las nomenclaturas correctas de tres de los cuatro principales enclaves turísticos de la zona, lo que molestó al Consistorio, comandado entonces por el socialista Jaume Llull y con Maria Antònia Vadell (PSM) al frente del departamento de Política Lingüística municipal.

"Remitimos un informe al Govern alegando que considerábamos que Porto Cristo debía separarse, puesto que era un topónimo muy reciente y conmemoraba además unos hechos históricos como era la llegada de la talla religiosa que finalmente dio el nombre a la localidad. Pero no nos hicieron demasiado caso y el problema continuó", señala Vadell.

El caso llegó al Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJB), quien refrendó los argumentos de la Comunidad Autónoma y los especialistas, y desestimó, en febrero de 1990, las pretensiones municipales.

Ya sólo quedaba la apelación ante el Tribunal Supremo (TS) cuando, entre medias, nacía el grupo porteño AIPC, de la mano de Jaume Brunet, un ex miembro del PSM: "Decidimos recurrir porque creíamos en nuestros argumentos", rememora. Pero a la pregunta de si la unión o separación del nombre era y sigue siendo un tema de identidad política entre los partidarios de la independencia respecto a Manacor y los ciudadanos, Brunet es aséptico: "Se ha querido ver así en muchas ocasiones, pero realmente no lo creo. A mí personalmente me gusta más separado, pero es por una cuestión estética, junto es muy feo", ironiza.

"En todo caso la Universitat es la que en teoría sabe más del tema", remacha Brunet.

La protesta prosperó y una década después, el Supremo parecía zanjar el tema: Cala Moreia pasaba a ser s´Illot; al Estany den Mas se le anteponía una ese apostrofada, y Porto Cristo tanto se podía escribir separado como con un guión en medio. Tan sólo faltaba que el Govern firmara un nuevo decreto de rectificación y se empezara a rotular de nuevo. La firma llegó (por dos veces, ya que en la última legislatura se eliminó la variante que incluía el guión), pero ni las señalizaciones no han terminado de unificarse, ni la UIB reconoce todavía lo que se considera que es un obcecamiento localista.

"Hay una sentencia firme y eso es lo que vale y hay que cumplir, lo demás son tonterías", asevera Joan Gomila (AIPC), el presidente de la Junta de distrito de Porto Cristo, institución creada hace unos años como punto de partida a la emancipación a medio plazo y actual regidor de Turismo del municipio. "No creo que haya que meter la política en todo esto. Fíjese, a mi creo que hasta me gusta más junto, pero hay que acatar el veredicto, cambiando y unificando todas las señales e indicaciones". Aunque algunas voces de la ejecutiva local del PSM analicen lo ocurrido en su día con perspectiva y lo vean como un error lingüístico, Maria Antònia Vadell lo tiene claro: "Sabíamos lo que hacíamos y lo llevamos a cabo sin ningún tipo de presión ni movidos por intereses".

"La cuestión es que justamente el nombre Port de Manacor (en el lenguaje común de la calle "es Port"), está desapareciendo del uso oral", sostiene el profesor Grimalt, quien alega que es al final "la Administración la que, al menos sobre el papel, debe fijar los nombres".