En términos geológicos, la Serra de Tramuntana no es una bonita postal que permanece impertérrita ante el paso del tiempo. Por el contrario, es una cadena montañosa dinámica, en cambio continuo por la acción de los elementos naturales. Lo demuestran los movimientos de tierra que ha sufrido la Serra desde 2008, más de una veintena, muchos de los cuales afectaron a vías de comunicación. Un riesgo "imposible" de eliminar por muchos trazados viarios que se diseñen. La naturaleza siempre acaba dictando su ley.

Esta explicación la realiza la jefa de la oficina de proyectos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Balears, Rosa María Mateos. Autora también de una tesis sobre los movimientos de ladera en la Serra, Mateos argumenta que, aunque es "difícil" determinar dónde se producirá la rotura, existen zonas "especialmente vulnerables" dentro de la vulnerabilidad general de la Serra desde el punto de vista geológico. Una de estas áreas, apunta, sería el tramo comprendido entre Andratx y Banyalbufar, la parte meridional de la Tramuntana. De los 25 movimientos registrado en la Serra desde 2008, ocho tuvieron lugar aquí.

Precisamente, en la carretera que enlaza los municipios de Estellencs y Andratx, se produjo el último deslizamiento de tierras importante, obligando a cerrar la vía al tráfico y a emprender una complicada obra de ingeniería.

Diagnóstico del terreno

La misión del IGME consiste en inventariar y estudiar los deslizamientos de tierra y desprendimientos de roca en el archipiélago. Ellos hacen el diagnóstico de la situación, como hacen los doctores con sus pacientes, para lo que cuentan con la colaboración de la dirección general de Emergencias, que avisa de las incidencias sobre el terreno.

La responsable de la delegación balear explica que el "esqueleto principal" de la Serra está formado por rocas calizas. "Y estas rocas presentan grietas, fallas. Cuando hay años muy lluviosos, como estos dos últimos con precipitaciones en Lluc de hasta 300 litros por metro cuadrado, el agua se infiltra y si hay bajas temperaturas ésta se congela, haciendo que la roca estalle, lo que causa los desprendimientos", detalla Mateos.

Estas caídas de piedras constituyen uno de los principales movimientos de ladera en la Tramuntana. Lo saben bien en Escorca, donde no son fenómenos aislados episodios como el de finales de 2008, cuando un desprendimiento afectó a la carretera de Cala Tuent. Los restauradores de la zona todavía recuerdan las pérdidas que sufrieron por la imposibilidad de los autocares de acceder a la cala.

Entre los movimientos de ladera que se registran, destacan también los deslizamientos. Sobre todo afectan a los terrenos blandos –­arcillas con yesos, por ejemplo– cuando reciben una lluvia continuada.

El tramo entre Banyalbufar, Estellencs y Andratx se lleva en este sentido la palma, con el agravante de que, como recuerda Mateos, "parte de la carretera de Estellencs sigue una falla".

Esto no significa que la Ma–10 sea una carretera mal diseñada, aclara a cotinuación la jefa de proyectos del IGME. "Está bien trazada, pero no hay que olvidar que la Serra es dinámica, sufre procesos naturales. Hacer una carretera es difícil, porque en estas condiciones un trayecto con riesgo cero es imposible", argumenta.