Cuando el político profesionalizado y acaparador se diluye hasta en la sopa, podemos comenzar a adquirir conciencia de que el sistema está viciado hasta el borde de la intoxicación social. Por ahí andamos. Resulta que la federación de asociaciones de vecinos de Manacor está al borde de un ataque de elecciones. Todo por descompensación representativa. El movimiento vecinal de Manacor está viciado y desencajado hasta el extremo de que quienes acaban su mandato ahora fingen sorprenderse por el interés informativo o la curiosidad ante la renovación reglamentaria. Así de opaca es su transparencia. Pero todo tiene su explicación.

El movimiento vecinal de Manacor tuvo hasta hace una década una salud férrea, actividad aceptable y algunos logros incuestionables pero, en los últimos años, ha declinado en estructura de presión o acolchamiento político, según se tercie o la capacidad de control de que se disponga. Sin ir más lejos, con una organización vecinal despolitizada, el grifo de la confianza municipal estaría hace tiempo cerrada y oxidada en una ciudad que bebe y se baña en agua prácticamente insalubre. La gestión de Pep Veny al frente de la federación se estanca en los compartimentos del PP. Pero los otros partidos no se lo reprochan, se funden de envidia por ello. La prueba está en que ahora, ante los nuevos comicios, todos, sin excepción, mueven piezas, en plural, para colocar a sus propios candidatos y controlar a la federación. Ya sabemos pues que, el resultado, sea cual sea, será contraproducente porque maniatar no es respetar ni beneficiarse de la pluralidad o de la riqueza de estructuras y organizaciones sociales. Los partidos políticos disponen de organigrama, valores y sentido propio. Instrumentalizar las asociaciones de vecinos es desprestigiar lo uno y lo otro. Inutilizarlas, vaya.