Sólo una minoría de empresarios calvianers mantiene abiertos sus negocios durante la temporada baja. Una época en que el municipio da la impresión de echar la persiana esperando la llegada del verano. Las calles se vacían. Los turistas escasean. Y los carteles de ´se vende´ y ´se traspasa´ empapelan buena parte del tejido comercial de Calvià.

La patronal de comercio turístico Acotur estima que, en invierno, ocho de cada 10 establecimientos de oferta complementaria (concepto que engloba bares, restaurantes, locales de ocio, comercios...) cierran sus puertas.

Un vistazo por el municipio sirve para comprobar que Santa Ponça y Magaluf constituyen los núcleos calvianers donde el ´cerrojazo´ generalizado se evidencia en toda su intensidad. Las zonas residenciales (Son Ferrer, El Toro, Son Caliu, Galatzó) presentan un nivel superior de actividad económica.

"El sector se encuentra en situación de respiración asistida", resume el presidente de Acotur, Pepe Tirado.

Doroteo Jiménez / Regenta una tienda de fotografía en Santa Ponça

"Las cajas no dan ni para subsistir"

Doroteo Jiménez lleva casi un cuarto de siglo entre carretes, papel de revelado e imágenes de todo tipo. Hace 25 años, comenzó a regentar una tienda de fotografía en Santa Ponça y, en este tiempo, las ha visto de todos los colores. Pero nunca lo había visto tan oscuro. Negro, mejor dicho.

"Este año es el peor de todos. Es algo inimaginable. Nadie pensaba que esto pudiera ocurrir", dice Jiménez desde su mostrador. Sus argumentos son contundentes. "Esto es una ruina sin paliativos. Las cajas que hacemos en invierno no dan ni para la subsistencia. ¡Ni para pagar a los proveedores! Pueden pasar tranquilamente dos o tres días sin hacer nada de caja. Y aquí nadie se preocupa. Ni el Ayuntamiento ni nadie", se queja.

Para hacer frente a las penurias, existen pocas fórmulas mágicas. La estrategia de Jiménez pasa por "sobrevivir al invierno aplazando los gastos para el verano", según explica él mismo. Él recuerda que hace una década la situación era "completamente diferente". "¡Al menos estaban los turistas del Imserso!", rememora. Su charla concluye cuando entran en la tienda un par de clientes. Una escena no muy frecuente en los meses del frío.

Fco. javier cañueto / Dueño de un bar en Magaluf

"En mi calle hay 60 negocios y sólo estoy yo abierto"

Sentado en la terraza de su bar, en la calle Galeón de Magaluf, Francisco Javier Cañueto mira a su izquierda y a su derecha, se lo piensa un poco y, tras un breve cálculo, dice: "Mira esta calle. Aquí hay unos 60 negocios y sólo quedo yo abierto. La gente va cogiendo y dejando negocios. Se arruinan y se van".

Cañueto lleva los últimos 20 años de su vida en el bar, donde prácticamente se puede decir que ha crecido como persona. Sincero en sus argumentos, confiesa: "No sé de quién es el problema, si del Ayuntamiento o de la existencia de demasiado oferta de comercios y bares. Sólo sé que es penoso cómo está todo". Cañueto dice que, pese a todo, él puede "ir tirando" los meses de temporada baja, porque trabaja con residentes. "Pero la gente gasta poco. La mayoría está mal, porque muchos no han trabajado durante el verano", argumenta.

En su bar, se sienta otro veterano de la temporada turística, con una experiencia de 30 años en el sector de la noche. Fernando Co (conocido por todos como ´Coe´) ejerce de jefe de seguridad en una de las principales discotecas de Magaluf. "Parece que el municipio ha echado la persiana", afirma. "Antes, había más hoteles abiertos y eso daba vida", agrega.

Antonio Moreno / Dueño de un supermercado en Punta Ballena

"Estamos dejados de la mano de Dios"

En sus años de futbolista, Antonio Moreno aprendió el deportivo oficio de driblar y enfrentarse a rivales correosos. Pero pocas veces se las tuvo que ver con un rival tan duro como el invierno económico calvianer. Un contrincante impenetrable, a la altura del defensa más peleón.

Desde el año 1972, es dueño de un supermercado en la céntrica zona de Punta Ballena. Abre todo el año. 365 días. "La verdad es que me convendría cerrar en invierno. Pero sólo podría hacerlo si el Gobierno me permitiese tener desempleo, y no puedo hacerlo. A los autónomos no se nos tiene en cuenta. Y, en tiempos de crisis, aún menos", se lamenta Moreno, quien expone que algunos días ni llega a tocar la máquina registradora.

"Estamos dejados de la mano de Dios. La situación es caótica. Nos habíamos acostumbrado a comer pan con mantequilla y ahora comemos sólo pan", protesta.

A su lado, se encuentra otro empresario de la zona, Ángel Cobo, que posee varios bares y tiendas. "Si seguimos así, acabaremos como ha acabado Cala Major". augura. "Podemos pasar días y días sin que entre nadie", afirma Cobo, quien critica la "mala planificación de los políticos" a la hora de fomentar el turismo de la tercera edad.