Regalar un cachorro no siempre es una buena idea. Tras las navidades, los ingresos en las perreras aumentan fruto de la desinformación de quien los regala. Si bien, los expertos han comprobado que los niños que crecen junto a un perro son más inteligentes, más responsables, sociables y extrovertidos. "Aprenden a tener autocontrol y reducen su comportamiento violento", explica Miquel Borràs, entrenador de perros para discapacitados, especialista en modificación de conductas caninas y adiestramiento a domicilio. Desde sus instalaciones en Santa Maria, insiste en la importancia de saber educar a las mascotas y de tomar conciencia de que "no son un juguete". Los niños también deben aprender a tratar con ellos, añade. Hablarles con suavidad, no excitarlos con movimientos bruscos o cogerlos reiteradamente son algunas de las pautas que ha que tener en cuenta el niño para no generarle estrés, comenta.

Borràs, sin embargo, no es partidario de que sean un regalo y hace hincapié en la necesidad de enseñarles patrones de comportamiento sobre todo entre las 8 y 16 semanas de edad, durante su etapa de aprendizaje, para prevenir las malas conductas y la agresividad. Tras ese periodo su cerebro ya no se desarrolla más, afirma.

Las mascotas requieren tiempo, dedicación, mucha paciencia y, nunca están de más los servicios de un profesional para entender el comportamiento del perro. Si no se educan correctamente, las enternecedoras imágenes de los cachorros se pueden transformar en todo lo contrario, principalmente a partir de los 7 meses, cuando llega a la adolescencia. "El problema es que la mayoría no sabe cómo hacerlo y en muchas ocasiones actúa de forma incorrecta", detalla. Los perros son como niños, también necesitan experimentar y descubrir el entorno para adecuarse a la vida humana y a sus conductas. No distinguen entre el bien y el mal, actuan por impulsos y aprenden por asociaciones e imágenes.

Entonces, ¿cómo saber qué debemos hacer con el nuevo miembro de la familia?. Según Borràs, en primer lugar que hay que habilitar un espacio para él, en una habitación donde pueda estar tranquilo, y evitarle presiones para no crearle inseguridades, e interactuar con él cuando sea el momento. No hay que tener miedo a aislarlos, aunque es preferible dejarle algún juguete para que no se aburran, prosigue.

El mejor castigo es la ignoración, asegura Borràs, que rechaza la vieja escuela del liderazgo de la que hacen gala televisivos adiestradores como César Millán.

"Tampoco hay que gritar ni pegarles. Lo único que haremos con ello es crear desconfianza. Es inevitable que hagan sus necesidades en el suelo porque no lo controlan. A la larga, si los premiamos porque excretan fuera acabarán por dejar de hacerlo", indica. Debe ser algo progresivo, al igual que la correa. Hay que empezar en casa para que el cambio de entorno no le cree un shock, apostilla. Situaciones repetidas pueden causarle estrés crónico o depresión de las que difícilmente se pueden recuperar y terminan por ello abocados a las perreras.

Consejos:

Lo que se debe hacer...

Hay que habilitar una habitación para el cachorro e interactuar con él de forma progresiva. El perro debe experimentar y conocer el nuevo entorno. El niño debe aprender a hablarle y tratarle con suavidad. Hay que premiarlos cuando hacen lo que esperas. El mejor castigo es la ignoración.

...y lo que no

Gritarle o pegarle cuando ha hecho algo que no debe. Pasearlos con la correa durante largos periodos de tiempo y en entornos con aglomeraciones de gente. Dejar que el niño lo coja en exceso y lo manipule de forma brusca.