El Dijous Bo derivó ayer en el Dijous Millor por diversos motivos. El más determinante fue el tiempo. Hacía años que los visitantes no podían disfrutar de un paseo pausado por la feria de ferias sin el engorro de llevar el paraguas en la mano. Ayer, uno de los comentarios que más podían oirse entre las aglomeraciones de gente se refería al calor. Fuentes del Ayuntamiento informaron de que, entre el Dimecres y el Dijous Bo, se superaron las 200.000 personas, la mayor afluencia de los últimos cincuenta años.

Otro motivo que, en opinión de muchos, mejoró el Dijous Bo fue el énfasis que se ha otorgado a lo tradicional, a las esencias agrícolas y ganaderas del interior de la isla. El Dijous Bo ha querido hacer una mirada retrospectiva hacia la Mallorca de principios del pasado siglo. La estética de las paradas comerciales del centro de la ciudad intentaba reproducir esta época, al igual que la vestimenta uniformada de los vendedores, ataviados con trajes payeses. Los colores y los aromas de los embutidos mallorquines, hierbas medicinales, panes artesanales, frutos de temporada y otros productos gastronómicos impregnaban el llamado mercat pagès, amenizado con las gloses de picat que sonaron durante buena parte de la mañana en la plaza de España.

El Dijous Bo demostró estar muy vivo y que sigue gozando de una enorme popularidad en todos los pueblos de Mallorca. Si se pretendiese realizar un retrato sociológico de la sociedad mallorquina, el Dijous Bo sería el mejor campo de pruebas. A las doce del mediodía, el mercado alcanzó su máximo apogeo, con riadas de gente que circulaba en todas direcciones, lo que ralentizaba el paseo en algunas calles más céntricas de la ciudad. El tren jugó un importante papel. Se calcula que entre 15.000 y 20.000 personas usaron el ferrocarril durante los dos días festivos.

A las diez de la mañana, frente al Ayuntamiento, los regidores municipales, con el alcalde Pere Rotger a la cabeza, recibieron a las autoridades. Acudieron a la cita la presidenta del Consell, Francina Armengol; los consellers Biel Vicens, Joana Barceló y Francesca Vives; el delegado del gobierno, Ramón Socías; y el presidente del PP balear, José Ramón Bauzá, además de numerosos alcaldes de la comarca de Inca. El alcalde Rotger recordó que es su "último Dijous Bo" como primer edil y destacó que, en esta edición, el mercado "ha vuelto a su origen", algo que espera que tenga "continuidad" en las futuras ediciones.

Las obras que se siguen ejecutando en algunas vías importantes de la ciudad modificaron ligeramente la estructura urbana del mercado. Los animales, una de las principales atracciones de la feria, se desplazaron a las plazas de Antoni Fluxà y Sa Quartera. En la vecina plaza de la Llibertat se instalaron las carpas de la muestra de Comercios de Inca.

En la plaza del Bestiar, hoy en obras, sólo se habilitó un lateral para los viveros de plantas y las diferentes carpas institucionales. También hubo espacio para las demostraciones ecuestres.

Uno de los principales focos del Dijous Bo es la plaza Mallorca, donde se concentran los medios de comunicación, entre ellos DIARIO de MALLORCA, y otros gremios que exponen sus productos, además de la carpa que albergaba el gató gigante. A las ocho de la tarde, las calles seguían a rebosar.

LO MEJOR

· La estética payesa– El espíritu revival que el Ayuntamiento ha querido promover en la feria se manifestó en la vestimenta de los firaires y en la estética de los puestos de venta, que recreaban el mercado de principios del siglo XX. Una medida muy aplaudida.

· Más presencia de papeleras– Una de las críticas más comunes en las pasadas ediciones se refería a la falta de papeleras, un déficit que este año ha sido corregido con la instalación de grandes cubos de basura que contribuyeron a mantener la ciudad un poco más limpia.

LO PEOR

· La música ambiente– Una feria de estas dimensiones no necesita que los megáfonos machaquen continuamente a los visitantes con música que, además, nada tiene que ver con el carácter payés que tenía la feria en esta edición.

· Falta de ambulancias– Una mujer denunció la falta de servicios de emergencia en el ámbito de la feria. Según explicó, su marido se encontró mal en una céntrica plaza y tuvo que acompañarlo a pie hasta su coche, aparcado en las afueras de Inca, ante la imposibilidad de recurrir a una ambulancia.

ANECDOTARIO

· Las felices urgencias del regidor Lluïs Ferrari – El responsable municipal de Hacienda en el ayuntamiento de Inca, Lluïs Ferrari, no olvidará nunca esta edición del Dijous Bo. Poco antes de reunirse con el resto de autoridades para recorrer el mercado, Ferrari recibió una llamada urgente en la que se le informó de que su mujer sufría dolores de parto. El edil salió disparado hacia el hospital, aunque al cierre de esta edición todavía no había noticias.

· La Avinguda de Alcúdia queda al margen de la feria – La Policía Local había reservado espacio en la Avinguda de Alcúdia porque, en un principio, tenían que instalarse varias carpas del Govern que, finalmente, no se presentaron, según informaron fuentes policiales. El resultado fue que una de las avenidas importantes de la ciudad se quedó totalmente desierta y al margen del mercado, lo que provocó la indignación de los comerciantes de la zona. Algunos de ellos lamentaron que la avenida "es el culo de Inca".

· Atascos humanos en la estación ferroviaria– La gran cantidad de gente que llegó a Inca en tren, tanto desde Palma como de las líneas de Manacor y sa Pobla, ocasionó espectaculares atascos humanos en la estación inquera, motivados, en gran parte, por la obligación de pasar por las barreras mecánicas que sólo se abren si se apoya el código de barras del billete o la tarjeta al sensor del aparato. A media mañana, los responsables de la estación decidieron abrir las puertas para evitar las aglomeraciones.

· La marea juvenil desborda las medidas de seguridad – La intención de los guardias de seguridad contratados para vigilar las paradas instaladas en el centro de Inca durante la noche del Dimecres Bo era mantener la zona céntrica cerrada al público mediante unas barreras. Sin embargo, el paso constante de grupos de jóvenes que iban de marcha hizo cambiar de opinión a los responsables de la seguridad, que finalmente quitaron las barreras para dejar circular libremente a los marchosos.

· Armengol se preocupa por los productos mallorquines – Mientras las autoridades cataban un trozo del ´gató´ gigante en la plaza Mallorca, el presidente de la Pimem le preguntó a la presidenta del Consell, Francina Armengol, si sabía si las almendras con las que se había elaborado la coca eran mallorquinas. Armengol afirmó que lo ignoraba, pero que en seguida iba a preguntarlo. El gerente de la Associació de Forners i Pastissers confirmó que la almendra era de procedencia isleña. "Claro, por esto el gató es tan bueno", replicó Armengol con habilidad.