A unos dos kilómetros de Felanitx, siguiendo el camino de Son Prohens se encuentra la finca de es Pujol. Son terrenos de secano abiertos, de amplias vistas hacia la ermita de Sant Salvador y donde se cultivan, casi sin pretenderlo, las mayores sandías de la isla.

"Hace unos quince años que empecé con este huerto para entretenerme y olvidarme del trabajo, pero la verdad es que está siendo un año muy productivo", responde sonriendo Bernat Pons (Felanitx, 1947), consciente de la expectación que su media cuarterada. Un huerto tratado ecológicamente, sin pesticidas ni ayudas más allá de las marcadas por la tradición. Mientras sostiene una sandía de casi 25 kilos, aclara: "También tengo varias de diecisiete y muchas de quince kilos, al fin y al cabo tal vez no sea tan sorprendente".

Bernat avanza entre la tierra y explica finalmente parte del secreto: "Parto el campo de cultivo en dos y dejo descansar una parte y siembro la otra". Pero lo que sería la aplicación práctica del tradicional barbecho viene acompañada de complementos. "La clave está en el abono a base de excrementos sobre todo de vaca y un poco de oveja cuando lo puedo conseguir", indica.

La mejor sandía en cuanto a calidad se refiere "es la que se desarrolla a partir de la primera floración", la que se siembra en el mes de abril y se recoge a principios de verano. Dos meses más tarde se realiza una segunda siembra, igual de abundante pero menos jugosa.

Además de todo ello no descuida lo más simple, la disposición de un lecho de plástico a modo de pequeño invernadero hidratado por un goteo sin pausas, "pero eso ya entra dentro de la normalidad".

Pero ¿cómo saber si una sandía está lista para la recolección y hacerlo en su mejor punto de sabor?: "Simplemente hay que comprobar el ´rabito´ enroscado en uno de sus extremos. Si está seco quiere decir que la fruta está lista para ser consumida", dice Pons señalando uno de ellos.

Otra de las especialidades de es Pujol son los melones, también en su última fase de crecimiento y que Pons aprovecha para pertrechar con paja y rastrojos como medida de protección solar. "Aunque en este caso el agua también es muy perjudicial en el proceso de crecimiento de la fruta; si llueve, a simple vista es igual de bonito pero muy insulso".