La primera sesión del juicio en el que se dilucidará la presunta corrupción de los imputados terminó sobre las dos y media del mediodía. Desde las diez, el goteo de medios fue constante. Nadie quiso perderse el inicio de uno de los procedimientos judiciales más esperados de los últimos tiempos, con la salvedad del caso Andratx.

Los acusados llegaron uno a uno acompañados de sus abogados. Primero, Mª del Amor Aldao, con semblante serio, y posteriormente Lluc Tomàs, que también lo hizo en compañía del abogado municipal, Bernardo Garcías, quien asistirá a su letrado, Rafael Perera. Poco después llegó Joaquín Rabasco.

La vista estaba a punto para comenzar. La nube de periodistas se apresuró a entrar. Junto a cámaras y ´plumillas´ se mezclaron los simpatizantes de uno y otro, y compañeros de partido. Entre ellos, Pere Rotger, vicepresidente del PP balear, que momentos antes de entrar en la sala había manifestado su apoyo al alcalde popular. "Estoy convencido de su inocencia" afirmó Rotger. "Estoy aquí por solidaridad" y "para desearle suerte", añadió.

Tampoco faltó a la cita Joan Jaume, teniente de alcalde de Llucmajor y uno de los hombres de confianza de Tomàs. Rabasco no fue menos. Guillem Roig, que ha tomado la batuta de ASI tras la marcha del líder ´histórico´y es ahora regidor de Turismo del consistorio llucmajorer, se sentó justo detrás del banquillo de los acusados.

No todos tuvieron suerte. Alguno se vio obligado a permanecer de pie durante las casi cuatro horas que duró la sesión, interrumpida, únicamente en una ocasión, a petición de la defensa, que pidió un receso para estudiar las nuevas pruebas presentadas por el fiscal anticorrupción, Juan Carrau.

Poco después se retomaba el juicio con algún que otro problema de sonido puesto que la megafonía, aliada de los periodistas, no funcionaba.

La primera de las sorpresas fue la retirada de la acusación particular, que hasta la fecha había mantenido el PSOE. Y la segunda, aunque quizás esperada, fue la negativa de Aldao y Rabasco a declarar ante fiscal, que ni siquiera tuvo la oportunidad de leer la batería de preguntas preparadas para los acusados, quienes se mantuvieron firmes en el interrogatorio de sus abogados. Únicamente Tomàs respondió a Carrau. A veces dubitativo y otras alterado, el alcalde negó una a una las acusaciones y derivó las responsabilidades en la antigua regidora de Fiestas, Antonia Sunyer, que ha sido llamada a declarar como testigo por la fiscalía.

Ella es ahora la clave de un entuerto empresarial que puede acabar con alguien entre rejas.