El Ayuntamiento tiene como "prioridad" desalojar y derribar 46 casetas en el poblado de Son Banya, trabajos que debían haberse ejecutado esta misma semana y que Cort aplazó. Se llevarán a cabo en cuanto esté adjudicado el contrato de demolición a una empresa especializada, asegura Mercè Borràs, regidora de Bienestar. Pero en el poblado quedarán en pie cerca de 85 construcciones más, que deberán desaparecer antes del 31 de diciembre de 2020.

El Ayuntamiento ya prepara la documentación para solicitar más órdenes judiciales de desalojo en Son Banya, que según la documentación oficial consta de 130 estructuras, entre viviendas, tiendas y espacios de culto, en las que viven 117 familias, entre 450 y 600 personas. La petición a los juzgados se cursará cuando se ejecuten las demoliciones de las 46 casetas que se deben desahuciar y derribar de forma inminente, confirma la regidora de Bienestar, y en un plazo máximo de seis meses.

Lo que no concreta la concejala es cuántas órdenes se solicitarán, ya que esta cifra dependerá del número de familias que accedan a irse voluntariamente y si consiguen una casa, "el gran problema" para llevar a cabo el realojo. De hecho, en esta primera fase de desalojos, 17 familias cumplen con las exigencias de Cort para ser subsidiadas con mil euros al mes (para pagar un alquiler o hipoteca), aunque no todas disponen de nueva casa. Es más, el presupuesto de este año permite ayudar a 20 familias.

Borràs asegura que también se ha comenzado la redacción de los pliegos técnicos de lo que queda por derribar, para lo cual tienen margen hasta finales de 2020.

Actuaciones previstas

El derribo de las 46 casas se hará de forma gradual, a medida que se vayan desalojando, entre tres y cuatro chabolas por día, comenta Borràs. Empezarán por las familias que se quieran ir. El presupuesto límite es de 495.000 euros para este año y para los próximos ejercicios se irá ampliando la partida, de momento se han presupuestado 125.000 euros para 2019 y la misma cantidad para 2020.

La regidora desmiente que algunas familias a las que se ayudará ya hayan salido del poblado. Lo harán en cuanto se adjudique la demolición de las casas y comiencen estos trabajos, para evitar que se reocupen, antes no, reafirma Borràs.

En 2019, hay presupuestados otros 600.000 euros para ayudar a 50 familias y en 2020, 960.000 euros para un total de 80 familias. La misma cifra se prevé para 2021 y 2022. El compromiso del Ayuntamiento es ayudar durante cinco años a las que no tengan otra vivienda, siempre que no tengan antecedentes por narcotráfico. A partir de 2023, el presupuesto se reduce, ya que se supone que algunas familias ya habrán salido de este programa de realojo.

A las afueras de Son Banya se acumula gran cantidad de basura y los coches entran y salen sin parar. Vehículos abandonados y chatarra completan el paisaje de un barrio creado en los 70 para acoger a población chabolista.

El poblado hoy

Xavier Mesquida, coordinador de Drogas de Médicos del Mundo (MDM), conoce bien el poblado. Acude allí desde hace 14 años para prestar atención sanitaria y cambiar jeringuillas usadas por otras esterilizadas. Desde Cort se asegura que mientras siga en pie Son Banya, MDM y Cruz Roja podrán continuar con su trabajo.

En las afueras del poblado, en una unidad móvil, Mesquida y otros voluntarios atienden a 700 usuarios al año e intercambian 50.000 jeringas, la mitad de las que reparte esta organización en Balears, remarca el médico.

De esas personas atendidas, solo una minoría residen en Son Banya. La inmensa mayoría viven fuera o están de paso en el asentamiento. Muchos llegan en coche, entran al poblado a comprar y salen para 'chutarse' o se van a sus casas para hacerlo, cuenta el médico.

A Mesquida le preocupa qué pasará después de la desmantelación de Son Banya con esas personas que viven de manera itinerante y "con el problema social del consumo de drogas", pero está de acuerdo.

Los voluntarios de MDM mantienen una buena relación con los vecinos de Son Banya. Desde que se reactivó el plan de desmantelación, no han apreciado ningún movimiento que indique se preparan para abandonar el poblado. La impresión de Mesquida es que hasta ahora no se han creído que los desalojos iban en serio.