¿Las masculinidades no hegemónicas son lo contrario al clásico macho alfa?
Gráficamente, sí. Sin embargo, hay que huir de simplificaciones, ya que no existe una frontera con ese hombre dominante que aún se da en determinados sectores. Somos hombres en transición. Venimos de una sociedad donde predominaba el macho alfa, pero tenemos una ética, una política y una estética que nos marca hacia dónde queremos ir. Tenemos la voluntad de ser más igualitarios, porque nos hace bien, nos libera y es justo para las personas que nos rodean, sobre todo para las mujeres. En la medida en que aplicamos acciones equitativas, estamos generando un modelo distinto de masculinidad y eso hay que ponerlo en valor. Como por ejemplo cuando un hombre coge una reducción de jornada en el trabajo para cuidar a sus hijos.
¿Masculinidades en plural?
Sí, debido a que las vidas de los hombres son muy diversas y no puede haber un solo modelo de referencia. Un modelo saludable tiene que ser plural y flexible.
En un artículo, usted habla de "hombres desconcertados". ¿Se sienten así porque la sociedad patriarcal se tambalea?
Sí, aunque hay que confiar en que la inmensa mayoría de los hombres quieren ser un buen hombre, vivir una vida plena, en armonía, digna, ser felices y estar conectados con sus emociones. Apuesto por lograr que al final sean hegemónicas las masculinidades alternativas, las disidentes, las pacíficas, las tiernas.
¿El 8-M ha logrado despertar la conciencia de los hombres o solo de las mujeres?
La historia nos ha puesto ante una foto inmensa de millones de mujeres que nos miran y nos toca mover ficha. Con una idea que se repite: la igualdad no es posible sin los hombres. Nosotros también la necesitamos.
Usted utiliza la frase ' we too
Entender el feminismo como algo negativo está relacionado con el desasosiego natural que produce, en cualquier persona, enfrentarse a un cambio. Hay que verlo con compasión y hasta con cariño. En este caso, además, el cambio significa cuestionar los privilegios que tenemos por el simple hecho de ser hombres, que sabemos que están en la línea de flotación del sistema democrático debido a que la democracia es la garante de la igualdad de derechos y oportunidades. El género es uno de los elementos básicos para construir desigualdades, al igual que el origen, pero el género es transversal.
¿Una persona educada en un modelo patriarcal tiene tendencia a reproducirlo?
Necesariamente. Somos una mezcla, una hibridación, de todas nuestras generaciones anteriores. Por eso es muy importante saber de dónde venimos, asumir que somos imperfectos. Que seas un hombre feminista no significa que estés en una categoría moral superior, sino que te planteas una revisión de tu vida, reconoces los errores, pides perdón cuando es necesario y estás en el camino de la transformación. Pero a veces es muy compleja, porque al fin y al cabo aprendemos por imitación y el machismo se construye con lo que ves en tu padre, tu barrio, los medios de comunicación, en los que se reflejan bastante bien los valores imperantes, por lo menos en el imaginario de la sociedad.
¿Cómo hay que transmitir los modelos de masculinidad no hegemónica?
Somos lo que hacemos y estas acciones nos van configurando. Por ejemplo, un hombre que ha sido machista toda su vida tiene una mujer que enferma y tiene que cuidarla, cuando ha sido ella quien siempre le ha cuidado. En un par de meses se da cuenta de qué significa, cambia su forma de estar en el mundo, se siente más útil e incluso él se cuida más. Así como los espacios de violencia generan violencia, el cuidado es un espacio de transformación identitaria, ya que reconecta a los hombres con la ternura y los sitúa en un plano de igualdad. Ocurre lo mismo cuando los padres están involucrados en la crianza de sus hijos. El cuidado es una escuela de humanidad y un factor clave en la prevención de la violencia. Hay estudios que demuestran que la biología masculina se transforma cuando los hombres cuidan, ya que aumentan las hormonas que potencian la interacción entre las personas.
¿Cómo construir identidades donde las emociones tengan un papel importante?
Los hombres nos movemos en el nadismo: ¿Qué te pasa? Nada. Pueden estar pasando muchas cosas, tenemos emociones tan complejas como para entender las frustraciones que nos vamos a encontrar en la vida, aunque no disponemos de las herramientas adecuadas para reconocerlas, a pesar de que las necesitamos. Ese reconocimiento es similar a una válvula de escape de una olla a presión. Si metes un montón de emociones, miedos, frustraciones y no tienes válvula, en muchos hombres la olla acaba estallando. Tener que renunciar a asumir tus emociones es como quedarte sin respirar, te terminas ahogando. Seremos seres más completos cuando conectemos con esa vida emocional que tanto envidiamos a las mujeres.
