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Palma a Palma

La muerte del cd

La muerte del cd

Espero que el truco de colgar cds en las ventanas funcione. Y que efectivamente ahuyenten a gaviotas y palomas. Porque, según las últimas noticias, en pocos años será para lo único que sirvan esos soportes de información.

De hecho, los ordenadores más recientes ya no tienen ni lector de cds. La lenta agonía de esos objetos iridiscentes y redondos parece que se acerca a pasos agigantados. Lo que, afortunadamente, traería consigo también la desaparición de sus odiosas cajitas de plástico. Siempre frágiles e incómodas para almacenar.

Los cds, que nos fueron vendidos como el soporte definitivo, capaz de contener música y datos, moderno y almacenable, habrán resultado un pequeño fraude. Uno más en la larga cadena de avatares de la obsolescencia programada. Espejismos de la modernidad tecnológica.

El cd fue saludado como la sustitución definitiva del vinilo y el casete. Sin embargo, carece de la vistosidad del vinilo, su diseño, su tacto, su valor coleccionable. Incluso el leve crujidito de la aguja tiene en ese formato su encanto. Eso explica que, al menos en los círculos más "gourmets", experimente un cierto resurgimiento.

Frente a ello, el casete resultaba más cutre. Siempre descintado, con sus acelerones y retardos. Pero tenía la ventaja del almacenamiento. Al ser muy compacto y pequeño, podías almacenar una cantidad industrial en un espacio relativamente razonable.

El cd tiene una medida incómoda, sin lomo suficiente para identificarlo. Y siempre acaba tirado por algún sitio.

Si ahora se borran todos de golpe, las casas estarán llenas de esa basura tecnológica. Decenas de cds inservibles. Difíciles de reciclar.

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