Un análisis de ADN que cuesta 8.000 euros podría esclarecer si diez esqueletos hallados en el yacimiento púnico de sa Galera corresponden a miembros de una misma familia y así intentar determinar un poco más las circunstancias de su muerte. Es uno de los propósitos del equipo de arqueólogos que trabajan en el islote y que ya tienen en marcha la campaña de apadrinamiento para conseguir fondos y acabar su trabajo.
Jorge Argüello, director del proyecto arqueológico de sa Galera, describe con la misma dosis de precisión que de entusiasmo "las cerámicas incisas calcolíticas con 4.000 años de antigüedad" o "un espectacular conjunto de cerámicas de los siglos III y II antes de Cristo", así como los diferentes restos humanos encontrados durante las excavaciones.
A cualquier profano en la materia le llama la atención las fotografías de los esqueletos dentro de la lista de piezas para ser apadrinadas, aunque el valor de un fragmentro de cerámica pueda ser mayor para un especialista. De esos esqueletos, los arqueólogos quieren saber "si las diez personas que murieron en la isla en el siglo I d.C. tenían lazos de parentesco, es decir, si eran una familia, o si se pueden establecer detalles de su procedencia", comenta Argüello.
Por lo que han descubierto en el islote, había una cabaña de madera, "cuya destrucción parece estar asociada con la muerte violenta, y abandono sin sepultura" de esas personas, entre las que hallaron a hombres, mujeres, una de ellas embarazada, y niños.
El equipo de sa Galera quiere conocer más sobre los hábitos de esas personas, qué comían y de dónde venían. Y eso tiene un precio, otros 3.000 euros. Cifra considerable para quienes llevan años dependiendo de subvenciones y colaboraciones. Es necesario un análisis de isotopos estables de oxígeno, nitrógeno y estroncio, en la Universidad de Cranfield, en Inglaterra, supervisado por el antropólogo eivissenc Nicholas Marquez Grant, explica Argüello.
Pero los diez esqueletos a analizar no son los únicos que escondía el yacimiento. En la excavación fueron encontrados restos de dos sepulturas de cremación, con cuerpos humanos dentro de diferentes piezas. También hallaron enterrado a un hombre en una sepultura en cista (s.II a. C.), en una estructura de piedra.
Con el objetivo de divulgar este conocimiento, los arqueólogos quieren tener la reconstrucción en tres dimensiones de la cara del esqueleto enterrado en esa sepultura y de la mujer embarazada. "El objetivo es que en la exposición a realizar, al lado de los esqueletos, podamos tener los maniquíes caracterizados y con la reproducción de las caras. Esto humaniza y acerca a la actualidad a esas personas", comenta el arqueólogo.
