Dos teléfonos, el 971 773 478 y el 654 062 602. Cuando alguien llama, es el primer paso, que los profesionales del programa de Cort Agressors celebran por su importancia. "Pedimos que sea el hombre el que llame", afirma el psicólogo Alfonso Reina. "Es una muestra de voluntariedad", añade su compañera, Noelia Bravo. Si uno no quiere solucionarlo, este servicio municipal de atención a maltratadores no sirve para nada. El año pasado tuvieron 33 casos nuevos y 113 expedientes activos en total. Se cerraron 54 casos, es decir, personas que finalizaron el exigente programa. "Debe serlo para que se produzca el proceso de cambio", explica Reina.

El objetivo es que modifiquen sus comportamientos de forma voluntaria, principalmente para "mantener la seguridad de las mujeres y sus hijos. Intentamos lograrlo a través de la intervención. Cuando mejoran su forma de relacionarse y de expresar sus sentimientos con conductas más adaptativas, conseguimos reducir la violencia", argumenta.

Bravo añade que también les hacen ver qué aspectos positivos tendrá el cambio y, sobre todo, que consecuencias provoca su conducta actual. "La sociedad está acostumbrada a calibrar la violencia según el hecho. Aquí lo hacemos según los efectos que tiene". Reina pone como ejemplo que atendieron a un hombre que empujó a su mujer y ella se chocó contra una puerta de vidrio, por lo que acabó llena de cristales. "No tenía la intención de dejarla llena de cortes, pero aquí trabajamos para que se responsabilicen de sus efectos", argumenta.

El responsable del programa, Toni Colom, recuerda que está dentro del servicio municipal de atención integral a la violencia de género, que incluye el programa de atención a las mujeres víctimas y otro exclusivamente dedicado a los niños, llamado Mentories. La tercera pata, el de los agresores, fue creada en 2006 para "prevenir futuras agresiones". Colom deja claro que "no son enfermos, ya que entonces estarían en la red de salud, sino que tienen un problema de aprendizaje de formas de conducta y valores".

El concejal de Igualdad, Aligi Molina, incide en el último punto: "El trabajo que hay que hacer es revisar lo que hemos entendido hasta ahora sobre lo que es ser hombre. Está relacionado con la forma de vivir las emociones y la cultura patriarcal", una situación que el área que dirige pretende desterrar con campañas como 'No i punt' y 'El control no és amor'. "Poder descodificar esta estructura de valores les permitirá ser más felices", dice Colom.

Por este motivo, en el programa para maltratadores "se trabajan mucho las emociones. Les cuesta identificarlas, por lo que cuando esto sucede, imagina identificar las de su pareja", concluye Bravo sobre patrones que se repiten.