Durante meses, los vecinos y usuarios de la pista de patines de la plaza Obispo Berenguer estuvieron en guerra con Cort ante la presencia de mendigos que se habían trasladado a 'vivir' en los bajos de la pista. No hace ni un mes que se ejecutó la solución de cegar las gradas por parte del Institut Municipal d'Esports. Los indigentes se han movido apenas unos doscientos metros.

Han convertido el pasaje Maestro Torrandell en su techo y la zona de residencia de vecinos y comerciantes en una "porquería". "Meados que se deslizan en cascada por las escaleras, ropas y trastos viejos" añaden sal y pimienta a una herida vecinal que llevan tiempo denunciando. "Llevamos años viendo cómo se degrada", comentan.

"Ni Cort, ni Emaya. No hacen nada. Se pasan la pelota. Echan balones fuera", expresa Jesús García, un osteópata que no oculta "pasar vergüenza" cuando sus clientes, entre ellos niños, tienen que sortear la suciedad de los sintecho.

"No les decimos nada, por humanidad; pero la Administración debería dar una solución porque esta situación es insostenible", indica García. Asiente el fotógrafo Jacobo Biarnes, que con su negocio de fotografía intenta reanimar un pasaje que décadas atrás tuvo tres faros de la ciudad: la librería Logos, de Domingo Perelló, y la librería Tótem, de Leo Sainz; además del lugar de encuentro Casatomada, de Horacio Alba.

Los afectados ya se han reunido y una abogada está analizando la situación legal puesto que el pasaje es particular, pero aún así, los vecinos consideran que "es competencia de Cort el actuar. El pasaje es privado, pero tiene servidumbre de paso y responsabilidad municipal", apunta García.

Ante el 'impasse' de la situación, vecinos y comerciantes barajan el cierre del paso durante la noche como una posible solución. De momento, y pese a haberse quejado formalmente en el Ayuntamiento, piden "que limpien; aunque tendremos que acabar haciéndolo nosotros".