La parte trasera del llamativo cuatriciclo de la familia Amengual Espases tenía un cartel que decía: 'Poc a poc. Sempre endavant. Ets una campiona'. Hacía referencia a Francisca, que iba sentada dentro del vehículo tras salir esa misma mañana del hospital de Sant Joan de Déu, donde se recupera de un ictus. Los médicos le permitieron participar ayer en la 39 edición de la Diada Ciclista de Sant Sebastià y allí estaba, con toda su familia y amigos. Jesús, su marido; Marc y Pau, sus hijos; Rafel, su cuñado; y sus mejores amigos, con los hijos y un sobrino, la acompañaron a pedales en la importante prueba de superación. En la meta, Son Moix, esperaban más allegados con pancartas, ya que Francisca era asidua de la Diada y este año no iba a ser diferente.

Más de de 12.000 personas se apuntaron a la popular cita, que el próximo año cumplirá cuatro décadas rodando por Ciutat con motivo de las fiestas del patrón. Pep Llabrés, vestido ayer de "un poco vikingo y un poco "dimoni" y lo tuvo que dejar "hace siete u ocho años por problemas de salud". Regresó a lo grande. "Estoy mejor que nunca, porque hago entre siete y quince kilómetros en bici todos los días", tal como relata en la plaza Santa Eulàlia antes de empezar los seis kilómeros del recorrido.

Los hermanos Ángel y Juan Diego Romo llevan más de dos décadas participando. "Desde que aprendimos a montar en bici con tres o cuatro años", cuenta el primero. Acudieron a la Diada con tres primerizos en el evento: su primo Javi Romo, Natalia Pérez y la pequeña Neli, que iba sentada "como una princesa en una carroza inspirada en la de Cenicienta y la de Frozen" -debido a que tenía una lesión en las piernas- y tirada a pedales por su padre.

Los amigos Momen Almasri y Raed Chreim, de 13 años, vivieron ayer un día que no olvidarán. "Es la primera vez que salimos solos del barrio", como explica Momen. Pasean habitualmente en bici por Son Cotoner y cuando vieron un anuncio de la Diada Ciclista, se apuntaron. "Para pasar el rato y divertirnos", responden ambos. Y allí estaban en primera fila, junto a la salida, dispuestos a pedalear por el paseo Marítimo, Antoni Maura, el Born, Unió, la Rambla, la avenida Alemania, la calle Jesús y el esperado Son Moix.

"La subida al polideportivo es lo más duro", señala Mari Carmen Caparrós. Su marido, Xisco, y su hija, Nuria, son más aficionados que ella a la bicicleta y es la cuarta vez que participan los tres juntos en el evento más importante del día festivo de Sant Sebastià. Para José Antonio Tejada, ayer fue "la segunda vez", aunque la primera que se disfrazaba de piña. "A partir de ahora, lo haré cada año".

En la Diada no solo disfrutan los participantes, sino también los espectadores, porque entre la mayoría de ciclistas equipados con ropa deportiva, aparecen los espontáneos vestidos de dimonis, piñas y Papás Noel, los que llevan cascos de dragones y coronas de princesas, además de varios con patines y, al menos uno, con un monopatín a motor, que no sudó para llegar a la meta.

El evento lúdico-deportivo del día del patrón estuvo encabezado por un grupo de ciclistas federados y personas con discapacidad. También participaron alumnos de colegios como el Sagrat Cort, el Arcángel San Rafael y el Aina Moll, que se inscribieron en grupo y, por ser muy numerosos, obtuvieron una recompensa económica. Hubo más premios en diferentes categorías, aunque el principal fue divertirse durante el recorrido y llegar a Son Moix, una prueba que para algunos no fue fácil, pero la consiguieron superar.