Llonguets para castellers, con swing y jazz, rellenos de tortilla, reivindicativos, calentados en el fogueró, veganos, acompañados de botifarró y así hasta un sinfín de variedades se disfrutaron ayer en la popular Llonguetada que el colectivo Orgull Llonguet lleva cuatro años impulsando con cada vez más éxito. Una quincena de asociaciones y bares, muchos de ellos unidos para la velada previa a la Revetla, organizaron cenas con el típico panecillo mallorquín y ocuparon las plazas de Palma con música, baile, exhibiciones e incluso dimonis.

Mientras unos preparaban el fuego y las viandas, otros asistían en la plaza Major a la obra creada para la ocasión con el apropiado título de Llonguets. Sant Sebastià y Sant Antoni conversaban en el escenario sobre qué podía hacer el primero para ser venerado por los palmesanos. "Lo tienen todo. Tienen la Seu, la muralla, la playa". De repente, empezó a oler mal, por lo que al patrón de Ciutat se le ocurrió eliminar la peste con un ambientador. El espectáculo de barra americana que siguió a la primera obra de microteatro fue mucho más aplaudido y, tras una interpretación musical, continuó otra obra breve sobre el temido Drac de na Coca.

Cerca de allí, música y poesía en el Llongueranis, que llenó las terrazas de los establecimientos organizadores. Abarrotada estaba la llonguetada de la calle Oms y más todavía la de la plaza París, a cargo de la asociación de vecinos y el café teatro La Tertúlia. Tenían 400 bandejas de carne y verdura para vender con los tradicionales panes, y las vegetales se agotaron antes de las diez. Muchos grupos de amigos y familias llevaron su propia comida y algunos incluso instalaron barbacoas domésticas junto a la zona verde, donde los niños se divertían mientras los mayores bailaban swing al ritmo de Monkey Doo. Para los novatos, una monitora desde el escenario había enseñado poco antes los pasos básicos.

En la plaza Alexander Fleming -decorada con el color amarillo de Orgull Llonguet-, los castellers de Mallorca hicieron un ensayo de un castell con casi un centenar de participantes y coronado por un enxaneta. Junto a ellos, la leña iba quemándose en una hoguera para crear caliu y poder torrar poco después las viandas de las más de 200 bandejas preparadas para la ocasión. Las gradas de la pista deportiva sirvieron de mesa a los vecinos que se acercaron a cenar botifarró, longaniza y xua, como hicieron otros muchos en diversos barrios de Ciutat. Con la excusa de los llonguets, ayer no solo salieron los convocados por el colectivo fiestero, sino también numerosos particulares que se adelantaron a la Revetla.