Los palmesanos cumplieron con la tradición y llevaron a sus animales, casi todo perros, a bendecir en el día de Sant Antoni. Sin embargo, la participación en las Beneïdes fue menor ayer en comparación con otros años, una sensación que tuvo el público, a tenor de sus comentarios, y el propio párroco que bendecía a los animales, quien reconocía que esta fiesta no está tan afianzada como en otros pueblos y que es necesario "revitalizarla".

El desfile de animales comenzó a media mañana en la explanada de la Seu y se dirigió hacia la iglesia de Sant Antoniet, en la calle Sant Miquel. La policía montada, los Tamborers de la Sala, la Banda de Música y los xeremiers abrían la comitiva. Les seguían una furgoneta y algunos voluntarios del centro de acogida de animales de Son Reus, que iban repartiendo folletos informativos sobre la adopción de mascotas y con el lema 'Gràcies per adoptar-nos a Son Reus'.

A diferencia de otros años, ayer no hubo grupos de alumnos de colegios entre el público, aunque sí algunos niños de la escoleta Paula Torres. Aun así, caminar por la calle Sant Miquel, acotada con vallas, era difícil. "¿Una manifestación?", preguntaba una turista. "No, animales", le contestaba un espectador.

Payesas con nombre de bebida

Sin ninguna duda, los protagonistas de las Beneïdes fueron los perros. Y entre todos, hubo algunos que destacaron. Fue el caso de las tres perras salchicha de José María Goitia, vestidas de payesas, con rebosillo incluido. Con nombres de bebidas, Daiquiri, Baileys y Martini, llamaban la atención de quienes se cruzaban con ellas. "Siempre van de payesas. En Navidad, las visto de Papá Noel y en la cabalgata, de Reyes Magos", explicaba su dueño. Su esposa, Ana María, es la que se encarga de confeccionar los modelitos. La de ayer era la tercera vez que participaban en las Beneïdes de Palma. Daiquiri, de 15 años, y madre de las otras dos, hacía el desfile subida en una carretilla que estiraba su amo. "Pero está muy bien", apostillaba José María.

Rodeado de canes de menor tamaño, Blat, un dogo de tres años, destacaba en medio del desfile. Su dueño, Toni Martín, lo mantenía cerca. "Es muy buen chico, pero no está acostumbrado a tantos perros cerca", explicaba el joven de Son Ferriol. Era la primera vez que participaban en estas Beneïdes, el año pasado fueron a las de Binissalem, pero esta vez les apetecía ver cómo eran las de Palma...

Lo mismo habían pensado Katia Martínez y Stefano Sertich, de Perú, quienes se sumaron a la comitiva de animales con sus perros Negra y Botas, los dos adoptados. Para esta pareja, las Beneïdes eran algo nuevo. "En Perú, se quiere mucho a los animales pero no se hace esto", comentaba Stefano.

En menos de una hora, las Beneïdes comenzaron y concluyeron. Pere Oliver, rector de Sant Josep Obrer y de Corpus Christi, bendijo a todos los que pasaron ante Sant Antoniet.

Preguntado acerca de la menor participación, en comparación con otros años, como comentaban muchos espectadores, Oliver contestó que, a diferencia de lo que sucede en muchos pueblos, en Palma "no es una fiesta afianzada pero a la gente hay que darles esta tradición". Aun así, Oliver alabó la espectacularidad de los caballos de la Policía local. "Necesitamos revitalizar estas fiestas populares", añadía el párroco.