La recogida selectiva móvil casi ha cuadruplicado el porcentaje de reciclaje en aquellas zonas donde se ha implantado. Las previsiones de Emaya es que a partir del próximo mes de marzo este sistema funcione en todo el centro histórico de Palma.

En sus primeros seis meses de funcionamiento, la recogida selectiva móvil en sa Calatrava, Monti-sion, Sindicat y la plaza Santa Eulàlia, con unos 4.000 usuarios, ha conseguido pasar de un 20% de reciclaje a un 72%, según indicó ayer Neus Truyol, presidenta de Emaya. "Ahora somos un referente con un sistema innovador de recogida de residuos", remarcó Truyol.

Actualmente, la recogida se realiza en 17 puntos del centro, de 19 a 23 horas. Vehículos eléctricos depositan y retiran las plataformas de contenedores a diario.

La segunda fase de implantación de este sistema se llevará a cabo a partir de marzo, lo que implicará que lo utilicen unas 14.000 personas en total. Será entonces cuando las plataformas de contenedores se almacenen en el solar de Nou Llevant. Hasta ahora, se limpian y descargan en las instalaciones subterráneas de la avenida Gabriel Alomar, en la antigua central de la recogida neumática.

Por fracciones, con la recogida selectiva móvil se produce un 34,5% de residuos orgánicos, un 28% de rechazo; un 15% de vidrio; un 11% de papel y cartón, el mismo porcentaje que de envases. Durante 2016, un 80% de los residuos era rechazo y la fracción más reciclada era el papel y cartón.

En los "buenos resultados", tanto la presidenta de Emaya como el asesor del distrito centro, Miquel Àngel Contreras, destacaron la colaboración vecinal. De hecho, representantes de las asociaciones de vecinos de Canamunt y de sa Calatrava asistieron a la presentación del balance del primer semestre.

Clinton Romney, vecino de Canamunt, explicó que la adaptación al nuevo sistema había sido muy rápido y que "todo está más limpio y hay menos ruido".

Los vecinos han reclamado mayor frecuencia de recogida de envases y de vidrio, petición que Emaya ya está estudiando.

Otra de las cuestiones a mejorar, según Edita Navarro, vecina de sa Calatrava, es "el pitido de la marcha atrás" de los camiones.

Sobre esta queja, Neus Truyol comentó que ese sonido es una señal acústica obligatoria en cualquier vehículo de servicios, por lo que no se puede reducir.