Hoy el día es más desapacible que ayer, no solo por el tiempo, sino porque Sus Majestades de Oriente llegaron acompañados de mariposas, luciérnagas, abejas, hadas y duendes, y dejaron a su paso un manto de flores de tantas especies que el centro de Palma se convirtió por unas horas en un campo primaveral en pleno 5 de enero. Hasta los propios Reyes Magos iban sentados en tres de ellas, una orquídea (Melchor), una flor de loto (Gaspar) y una amapola (Baltasar), rodeadas de liliums azules, pensamientos y margaritas, y precedidos por un ciervo, un colibrí y una jirafa, por lo que la Cabalgata más silvestre polinizó con toneladas de ilusión a los miles de niños que fueron a ver y saludar a quienes les han traído los mejores regalos.

Una primera pista de que las flores iban a ser protagonistas fue la carroza de las abejas, donde una veintena de insectos volaba alrededor de la colmena. En cada una de sus cinco celdas había una abeja obrera -todos profesores del Conservatorio- y tocaban sus instrumentos de viento mientras los otros himenópteros bailaban Shape of you, Without you y Funky town, entre más canciones, para deleite de los adolescentes.

Las luciérnagas les seguían a poca distancia y acompañaban a las hadas de una carroza mientras se movían con las coreografías de la escuela de danza Ángela Bruno. Las primeras flores fueron las del grupo a capela Tans sols veus, que animó el recorrido con versiones de, por ejemplo, Illes dins un riu, un guiño a los numerosos asistentes menos jóvenes. Mientras tanto, un unicornio cabalgaba sobre las rosas cantarinas y la comparsa con variadas flores regadas por cuatro jardineros.

La música en directo fue uno de los principales atractivos de la Cabalgata, con hasta siete grupos o solistas actuando, entre ellos las componentes de la carroza de las mariposas con sus instrumentos de cuerda. Les precedió Naida Abanovich, la cantante de ópera que embelesa a los paseantes en la plaza Major y Sant Miquel. Hace tres años se estrenó en la víspera de Reyes y ayer ejerció de Madò Figa de Moro rodeada de cactus.

Caramelos y griterío

No obstante, a casi todos los niños les importaban más los caramelos que la música y poder cogerlos a manos llenas. Otro objetivo de los pequeños que se encontraban en primera fila en el Moll Vell -para ello tuvieron que acudir con más de una hora de antelación- fue conseguir el saludo cercano de los protagonistas, por lo que gritaron sus nombres hasta la saciedad. Aunque "el que más seguidores tiene es Baltasar", como aseguró Etienne Álvaro, de ocho años, ya que "los gritos son más fuertes que para los demás", argumentó quien acude a la Cabalgata "desde que tenía un año", según destacó su madre, Kira.

El puntual desembarco a las 18 horas tras la arribada a bordo del velero Rafael Verdera, de 1841, fue anunciado con la impactante banda sonora de Ivanhoe y la composición Alpina Fanfare. Con un pie en tierra, empezó a sonar At the break of Gondwana, que casi se confundía con el griterío. Sus Majestades se aproximaron enseguida hasta las abarrotadas vallas de separación de la gente y 15 minutos después se subían a las carrozas acompañados por sus súbditos. Los más aplaudidos fueron los de Baltasar debido al escupefuego que encabezaba la comitiva y por las vistosas danzas africanas.

Por segundo año consecutivo, los Reyes Magos saludaron desde el balcón del Casal Solleric tras la Cabalgata, que finalizó a las 20,40 horas con los niños deseosos de llegar a casa para irse a dormir y despertar hoy llenos de ilusión.