El vendaval que esta semana ha azotado la península y Balears no es el primero que se ceba con el emblemático palmeral del paseo Sagrera, aunque hacía ocho años que no caían tantos árboles de golpe. El miércoles por la noche, un remolino de viento arrasó con seis de los históricos ejemplares y al día siguiente hubo que talar otros dos para evitar que también acabasen rompiéndose. “Ha sido una cuestión de mala suerte. Las palmeras estaban sanas y sus troncos son flexibles, aunque se produjeron rachas de viento muy fuertes y un remolino cruzó por el paseo, tirando varios árboles y motos aparcadas”, como explica el concejal responsable de Parques y Jardines, Rodrigo Romero.

El temporal, que alcanzó hasta 80 kilómetros por hora en Palma, dejó los ejemplares de la especie datilera caídos justo en la misma dirección, lo que hizo concluir a los técnicos municipales del área que “la fractura se produjo por la intensidad del viento”. Pese a que las causas parecen claras, tras la obligatoria inspección realizada el jueves se remitieron muestras de todas las palmeras afectadas al laboratorio de Sanidad Vegetal de la conselleria de Medio Ambiente del Govern por si hubiese algún otro motivo de la rotura.

Romero detalla que los árboles de la alineación del paseo donde estaban los seis ejemplares caídos “fueron inspeccionados en julio y en ese momento no presentaban ningún patrón de riesgo”. Los dos talados hace tres días tampoco se encontraban mal, pero la medida de prevención se adoptó porque “tenían patrones similares a los que se rompieron”. Según indica el regidor, “el servicio de Parques y Jardines cuenta con un plan de gestión de riesgo del arbolado por el cual todos los ejemplares de Palma son sometidos cada cierto tiempo a inspecciones con el fin de detectar patologías y actuar en función de lo que encuentren los profesionales”.

La tala se aplica siempre en el último extremo, destaca Romero, y en este caso era necesaria para tratar de preservar la seguridad de los muchos viandantes del paseo Sagrera. Cuando sea la época de plantación, todos los árboles se sustituirán por otros de la misma especie datilera. Así se hizo tras el temporal del 24 de enero de 2009, cuando el palmeral lindante a la Llotja también sufrió numerosas bajas debido a las rachas de viento que superaban los 100 kilómetros por hora. En noviembre de 2015, un ejemplar de enormes dimensiones cayó enfrente del edificio gótico construido por Guillem Sagrera, aunque hasta ahora no ha habido que lamentar daños personales ni materiales.

Otra amenaza que puso en un grave riesgo la tradicional imagen de la primera línea de Ciutat fue la aparición del picudo rojo en 2011. A finales de año se detectó la presencia de la plaga en un ejemplar. En enero de 2012 fueron dos y de inmediato se redoblaron esfuerzos y se aplicaron diversos tratamientos en todos los árboles para evitar que el insecto acabase con el histórico palmeral.