Desde que Dani Ruíz, presidente de la Societat Balear de Matemàtiques, encontró el lugar idóneo, cada mañana del sábado más cercano al 21 de diciembre, fecha del solsticio de invierno, un numeroso grupo de interesados se congregan a las ocho en la terraza del Museu Es Baluard para contemplar ese efecto de luz que se produce cuando la sombra de colores del rosetón del presbiterio se sitúa por unos instantes sobre el rosetón frontal de la catedral.

Este efecto es posible pues ni la altura del sol ni el punto exacto de su salida son constantes, varían a lo largo del año. Y precisamente alrededor del 21 de diciembre se da esa situación cromática y curiosa.

Este sábado por la mañana, más de 500 personas siguieron la convocatoria de XEIX (Societat Balear de Matemàtiques) y llenaron las dos terrazas del Baluard de cámaras y teleobjetivos para contemplar ese espectáculo único. Las nubes no jugaron a la contra y la visión resultó del todo satisfactoria.

Luego, pasadas la ocho y media, la Sala s’Aljub quedó pequeña para disfrutar de un múltiple espectáculo con el tema matemático de las simetrías como eje central. Primero los alumnos del Grup de Teatre Solidari del IES Guiem Sagrera, con coreografía de Xesca Cabot y Miquel Company, mostraron, utilizando la técnica del teatro negro, los siete grupos de simetrías de las cenefas. De fondo, una música de estilo minimalista, creada para la ocasión por el compositor Joan Serra y construida a partir de un pequeño núcleo musical al cual se le aplican las simetrías. Josep Lluis Pol explicó a los asistentes algunos conceptos matemáticos que ayudaron a entender y disfrutar más de un espectáculo, que debemos calificar de muy trabajado y original.

Para terminar, Jordi Bonet, cuyo taller es el responsable de los vitrales de la Sagrada Familia y de la restauración de algunos de los de la Seu, hizo un repaso histórico del concepto de vitral y montó uno en directo, que resultó ser el cuadrado mágico que Gaudí diseñó en piedra para la puerta de la Pasión del templo de Barcelona. Un cuadrado, dividido en otros dieciséis cuadrados, cada uno con un número, de tal manera que tanto si sumamos por filas, por columnas o en diagonal, el resultado siempre da 33.

La pregunta que se planteaban muchos de los presentes, al salir, era si este efecto cromático de los rosetones es fruto de un estudio hecho por los arquitectos catedralicios. La respuesta es no. Los constructores de La Seu no pensaron en ningún efecto cromático. Aunque sí influye la orientación de Este a Oeste que tiene el templo. Orientación, por otra parte, nada extraña, pues en casi todas las religiones, los puntos cardinales Este y Oeste tienen un significado especial, relacionados con el nacimiento y la muerte. Los egipcios así lo entendían, y el arquitecto romano Vitrubio sugería esa orientación de levante a poniente para los templos, cosa que siguieron los constructores de templos cristianos. “Ex Oriente Lux”, o sea, “del Este viene la Luz".