La jornada laboral de Papá Noel ayer fue agotadora, como el día festivo de los numerosos padres con niños pequeños que visitaron los belenes del centro y esperaron pacientemente a que sus hijos se fotografiasen con el Santa Claus más solidario de Palma. Desde primera hora de la mañana, el gordinflón del norte posó en la cuarta planta de El Corte Inglés con el fin de recaudar fondos para la asociación Aspanob, de niños con cáncer. Al mediodía la cola llegaba a la mitad de la estancia y la tarde fue aún más concurrida. La apertura comercial durante la fiesta de la Inmaculada sacó a la gente a la calle y muchos iniciaron la Navidad con la tradicional ruta de belenes por el centro.

Aunque es costumbre hacer la visita el día de Sant Esteve, ayer la afluencia era considerable, sobre todo en belenes como el de Cort y la Misericòrdia. Los palmesanos tienen 18 para elegir, repartidos por diferentes edificios públicos, iglesias, superficies comerciales y centros culturales. Los citados del Ayuntamiento y el Consell son los más exitosos entre las familias y los colegios, que aprovecharon el jueves laborable del Puente para llevar a sus alumnos.

El pequeño Juan Barceló, de seis años, acudió con su escuela de Son Ferriol “a ver belenes”, tal como explicó ayer tras conocer el que había junto al Papá Noel de la asociación Aspanob. A Emma, de tres años, le gustó “mucho”, sobre todo “porque lleva agua”. Ha sido montado por la agrupación de Belenistas Francesc Rosselló -que tiene en total 11 nacimientos en Ciutat- y lo que más impresionó a Miguel Palou, de nueve años, es que “es muy grande y bonito”.

La asociación de Belenistas de Mallorca se ha encargado de otros siete nacimientos, entre los que destaca el de Cort, que crea con gran esmero desde 2014 tras casi tres décadas a cargo de la familia Bennàssar. Muchos residentes y turistas se acercaron ayer a la sede consistorial y, mientras hacían cola para verlo, pudieron conocer el proceso de elaboración a través de un vídeo donde se explican los materiales utilizados y muchos otros detalles del típico Belén, en el que aparecen el Ayuntamiento, los edificios modernistas de Can Forteza-Rey y el Àguila, un molino de es Jonquet y, por primera vez este año, el característico Pla de Sant Jordi.

Al llegar a la vitrina del zaguán, las curiosidades que observar son numerosas, aunque hay una más difícil de encontrar. Un cartel en una esquina anima a buscar un fraile escondido, una tradición del siglo XVIII en los belenes mallorquines que poco a poco se ha ido perdiendo. La asociación quiere recuperarla, por lo que no solo ha ocultado un fraile ermitaño en el nacimiento de Cort, sino en otros de la ciudad. El pequeño Ángel Diana Ribas, de cuatro años, no lo encontró, aunque vio una sirenita de helio, también difícil de hallar, y un carrito lleno de regalos, entre los que está su juguete favorito.