Mis primas mayores, que esperaban los fines de semana como agua de mayo para correr a las galas de tarde de Play Time (Ca'n Pastilla) y Scorpio (S'Arenal), solían contar que en ellas había mucho "ambiente".

Le pregunté a mi padre qué significaba "ambiente" :

-Bueno, pues es lo que hay en un lugar en el que se reúne mucha gente, hablan, hay personas que entran, personas que salen; en resumen, que hay vida

-¿Puedo decir entonces que en el Colegio Madre Alberta hay mucho ambiente? -le dije, para hacerme la chulita el lunes en el patio

-Mejor que no -me cortó.

Pasaban los años y yo seguía sin entender lo que era el ambiente y, por más que me lo explicaban, no acababa de formarse en mi mente la imagen del interior de una discoteca, como mucho aparecía una especie de harén oriental en el que sonaba Donna Summer.

En los setenta, la discoteca Kiss de Playa de Palma era la reina del ambiente. Toda Palma estaba en Kiss, y media Llucmajor y medio Campos y medio Algaida. En verano, las extranjeras ocupaban la pista con sus largas melenas plateadas y los picadores acudían en sus motorinos como abejas a las flores del romero.

Todo eso lo sabía yo solo de oídas, pero tan pesada me puse en casa con lo de las discotecas y el ambiente que una noche, después de cenar en el restaurante L'Arcada una de las primeras pizzas que comí en mi vida, mi padre se levantó y le dijo a mi madre:

- Me llevo a la niña a Zorba's

A mí casi me pega un parraque (palabra no incluida en el DRAE) de la emoción. No recuerdo mucho de aquella visita, solo unas cortinas blancas transparentes, unas columnas jónicas, sofás en la penumbra y una extraña luz azul que creaba una sensación maravillosa de irrealidad. Así fue cómo conocí de primera mano el mejor invento de los años sesenta, con permiso de la píldora anticonceptiva. Dos inventos, las discotecas y las píldoras, que difícilmente pueden entenderse el uno sin el otro.