Compran perros por capricho. Los ven en un anuncio o en una película y quieren una mascota igual; pasa el tiempo, y satisfecho el deseo, se cansan. O se cambian de piso, o se divorcian y no hay acuerdo para custodiar al can que se convierte en un motivo para la discordia. Los abandonan. Cada año, y por Navidad más, ocurre lo mismo. Por eso, desde la asociación Peluditos organizan una desfile en la perrera municipal de Son Reus para dar la última oportunidad a los animales que están en primer lugar en la lista de sacrificados.

"En la última edición, conseguimos que no se llegara a sacrificar ningún perro", cuenta María José Cabeza, tesorera de esta asociación que ha contado con 36 voluntarios. Su presidente, Miguel Evira narra las virtudes de los perros como Jato, Manolo o Alex, abandonados a su suerte "porque tienen lesmania, o por ser PPP (perros potencialmente peligrosos).

"Los canes no son de usar y tirar; tienen sentimientos", recuerda María José. A su lado, sin perder detalle de los animales, Jaime Fuster. "Vivo solo en un piso. Me gustaría tener un perro pequeño", dijo. Es su primera visita a la perrera de Son Reus.

Afuera, en las jaulas, los ladridos de los abandonados encogen el corazón en una mañana muy fría.