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Sa Torreta

Del Black Saturday a Sant Sebastià

Tras el Black Friday quedan 50 días de derroche.

Salgo del Black Saturday con una tableta bajo el brazo. Eso sí, a buen precio y en cómodos plazos. Sé que la cosa va de viernes negro, pero en hacer el imbécil no nos ganarán los yankis. Serán pioneros en investigación y los amos del mundo. Sin embargo, nosotros hemos convertido en menos de un lustro su día de compras locas en una semana completa. Y nuestro Halloween exhuma más calaveras y derrama más salsa de tomate que ellos en una década.

Anteayer me libré del Ciber Monday gracias a que no soy un nativo digital. Traducido, que el desastre se abatiría sobre mis cuentas corrientes si se me diera medianamente bien comprar a través de internet.

Afortunadamente, aún no ha llegado a estos lares el Día del Soltero, que celebran los chinos. Ni el Día del Amigo, que en la mayor parte de Sudamérica es una fecha señalada para compartir regalos. ¿Tratará de esto la globalización? De sumar a nuestras festividades de derroche las del resto del mundo.

En esta semana de aparente tregua habrá que esquivar, al menos temporalmente, los mercadillos para llegar a fin de mes. La próxima semana es la de los puentes. Los que hay que pasar en un viaje a Tailandia de dos días de placer y 36 horas en un avión. Y aún faltan 40 días para Sant Sebastià.

Dos semanas después estaremos en Nochebuena. Maldito el que importó a Papa Noel y reemplazó nuestro asequible y sencillo chocolate con ensaimadas por una orgía gastronómica y otra, más sangrante desde el punto de vista económico, oleada de regalos. Sin tiempo para depurar el cuerpo y la cuenta corriente, nos plantaremos en la Nochevieja. Dos días después habrá que afrontar los regalos de Reyes, no vayamos a decepcionar a los reyes niños de la casa.

Y aún quedan las 'torrades' de Sant Antoni y Sant Sebastià, cuando los chinos nos endosarán cuernos rojos luminiscentes y tridentes de plástico para que en lugar de la fiesta del patrón de los animales y del que liberó a Palma de la peste sea la de los horteras... Y de estas plagas de despilfarro y mal gusto no nos libran ni Sant Sebastià ni toda la corte celestial.

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