“Eusebio Estada fue un hombre providencial. Aparece en un momento clave de la historia de Mallorca. Hace de catalizador en una ciudad comprimida, aislada de la isla”, expresa Juan Antonio Esteban, decano del colegio de Ingenieros de Balears, que se ha implicado en el homenaje a quien, fuera del gremio profesional, pocos conocen.
Al hilo del centenario de su fallecimiento, se dan los últimos retoques a un libro homenaje que recoge esta herencia multifacetica de este “modernizador” de cabezas en la isla, como describe Esteban.
Eusebio Estada nació en Palma en 1843 y falleció en 1917. Estudió ingeniería en Madrid y concluyó veinte años después, en 1863. Ilustrado, fue un avanzado a su época, y como tal un claro defensor de la necesidad de derribar las murallas que hacían de la ciudad intramuros un foco de insalubridad. Al verse libre del corsé medieval, Palma inicia el proceso de industrialización que inspiraron personas como Eusebio Estada.
En su vasto libro La ciudad de Palma: su industria, sus fortificaciones, sus condiciones sanitarias y su ensanche, al que incluyó un apéndice sobre las condiciones que han de reunir las viviendas para ser saludables, Estada muestra su disgusto sobre la manera caótica en que se estaba construyendo Palma. “No se puede olvidar que uno de sus grandes maestros fue el urbanista Ildefons Cerdà, cuyo plan era un ejemplo a seguir”, apunta Josa Arola, ingeniera y coordinadora del libro que rinde homenaje al que fue declarado Hijo ilustra de Palma en 1912.
En el volumen se incluye la reedición de este estudio sobre la ciudad, que estaba agotado, y se ha revisado, además de incluir algún plano inédito. También hay un artículo de Carme Riera. La escritora es biznieta del ingeniero.
Los puentes que tendió Estada
Ha tenido que cumplirse los cien años de sus muerte, y 124 de su construcción para que Cort recuerde con una placa al que levantó el puente de sa Riera, Eusebio Estada, y al que lo salvó de la picota, Miquel Àngel Llauger. Esta obra de ingeniería "bien hecha" por el "gran ingeniero" Eusebio Estada estuvo a punto de ser derribado por el Plan de Ordenación de sa Feixina, que redactó el urbanista Pere Nicolau en 1989. Finalmente, se paralizó el derribo de esta obra de ingeniería inaugurada en 1893 en sustitución del puente de madera. Fue un escrito publicado en Diario de Mallorca del también ingeniero Llauger, el que revocó la decisión de su destrozo. De estilo historicista y con trazos manieristas, el puente costó 71.656 pesetas.
Hace un par de semanas, el Ayuntamiento, a petición del colegio de Ingenieros, colocó una placa. Ahora ya sabemos quién levantó un puente que es cruzado a diario por cientos de paseantes, y que formó parte de la carretera de Palma a Sóller.
Otro de los puentes que ha legado Estada a la ciudad es el del Pont dels Jueus. En la actualidad son muchos los excursionistas que los atraviesan en su paseo por la ciudad rural que aún le queda a Palma. Estada lo construyó y con él quedó delimitada la división entre Palma y Llucmajor.
“Es una obra pública no catalogada. Lamentablemente la obra pública no se valora. Este libro es una reivindicación de que se ha de hacer inversión en catalogación”, indican Arola y Esteban.
El otro hito de Estada en la ciudad es la línea del ferrocarril Palma-Inca, la estación, en el que hasta el último detalle se encargó él mismo. “La importancia que tuvo se ve en un importante detalle: la actual plaza de España se llamó plaza de Eusebio Estada. Hasta que en 1936, le cambiaron el nombre”, apunta Josa Arola.
