Teodoro Jiménez hace "filigranas" con sus manos. Los canastos de cañas brotan entre sus dedos añosos y los confecciona "de todos los tamaños y formas, con su tapadera o no". El artesano sin edad, —"¿si le digo los años que tengo? Ni lo sé siquiera", confiesa—, vive en la Residencia Ciudad Jardín para personas mayores, aunque él se siente tan fuerte como si tuviera "15 años" y usa toda su energía para dedicarse a esta tradición que "se está perdiendo".

Frente al mar, sentado en un pequeño banco, el jubilado aprovecha el soleado sábado de noviembre para limpiar con su navaja las cañas que le consigue un sobrino, por un precio "bastante barato, pero tengo que pagarlas". Después de partirlas en cuatro, trenza con ellas los canastos que la gente le compra al pasar. Mientras comienza una nueva pieza, guarda otras dos que le encargó una vecina. Los precios varían, "no se paga el trabajo que cuesta realmente", explica y termina vendiendo dos cestos pequeños por seis euros. "Siempre estoy aquí, pero si usted necesita cualquier cosa y no me ve, pregunte en la Residencia por Jiménez, que todos me conocen", ofrece solícito a quien quiera sus cestas artesanales.

"Esto cuando yo me vaya, no hay quien lo haga", sostiene Jiménez que cuenta que con el Ayuntamiento de Palma estuvo enseñando a los niños el oficio que aprendió con su familia en Málaga. "Lo hacíamos todos en casa, mi madre, mi padre, los tíos, mis hermanos; éramos una piara haciendo canasteros", recuerda Jiménez aquellos tiempos mozos en su pueblo natal. Cuando llegó a Mallorca cambió las cestas por la hostelería: "Trabajé 25 años en el Arenal, como también mi señora", cuenta el artesano que se quedó viudo y dice que prefiere no hablar de sus hijos, "porque me pongo malo".

El trabajo manual es afición y terapia para Jiménez que, además de realizar objetos artesanales y sostenibles, entabla conversación con los paseantes de Ciutat Jardí que muestran interés en sus creaciones. "Es lo mismo que hacen los chinos, pero esos se arruinan enseguida. A mis canastos los pueden cargar de piedras que no se rompen", asegura el artesano capaz de elaborar hasta cinco cestas de las más grandes en un día, si le hacen un encargo. La ancestral artesanía que en otros tiempos se empleaba para transportar todo tipo de alimentos y facilitar algunas tareas en el campo, hoy cumple también una función decorativa y puede ser una buena opción para regalar estas navidades, recomienda Teodoro Jiménez con la esperanza de hacer buenas ventas durante estas fechas.