A los vecinos de Bellavista les indigna que digan que su urbanización es ilegal. Les da "coraje" porque llevan años pagando por servicios que no tienen o son insuficientes, por no mencionar que de su bolsillo han costeado el trabajo de ingenieros, topógrafos, arquitectos, biólogos, delineantes y demás especialistas que han redactado el proyecto de urbanización de esta zona que, tras décadas de trámites, parece que será realidad el próximo año. Para ello deberán aportar más dinero. Unos vecinos pagarán 35.000 euros, otros 50.000 euros... dependerá de cómo es cada parcela y de su edificabilidad. "Somos un chollo para el Ayuntamiento", resume sobre esta cuestión Maria Ramis, presidenta de la junta de compensación que representa a los vecinos.

"De un solar con una casa, se pagan 950 euros de contribución. Imagínate si entra dinero de aquí al Ayuntamiento. Nos merecemos que nos tengan un poco más en cuenta", reclama Rosa María Monje, otra de las vecinas de esta urbanizacion donde hay unas 400 viviendas.

En Bellavista las calles tienen nombre de letra. No hay ni barrendero, ni alcantarillas, ni red de pluviales, ni asfalto, ni contenedores de basura suficientes y tampoco agua corriente (se la paga cada vecino y la transporta un camión cisterna). "Es territorio comanche", dice un vecino, quien asegura que la Policía Local no entra en la urbanización, donde sí circulan quads a gran velocidad y perros sueltos, denuncian los residentes.

"Queremos vivir dignamente y con servicios que nos han costado 20 años de trámites", explica Ramis, que a estas alturas es toda una experta en burocracia y en planes urbanísticos. Bellavista es una zona de la Platja de Palma rodeada de bosque. Pero vivir aquí no es fácil. Las calles, en pendiente, son pistas de tierra que en cuanto llueve fuerte se desdibujan y quedan partidas por grandes zanjas. "Cuando llueve, la tierra y las piedras llegan hasta la primera línea de la playa. Y Emaya limpia allí, pero aquí no", se queja otra vecina. Y en verano, polvo y cucarachas, explica un joven residente.

Sacar la basura supone una odisea. No solo porque por la noche no haya alumbrado suficiente (hay tramos de calles que carecen de él), sino porque los contenedores son muy pocos. "Vino la gerente de Emaya y dijo que lo arreglaría y nos alegramos... ¡Un contenedor puso! ¡Uno más!", se queja Monje.

Salvando los problemas cotidianos, en Bellavista se han encontrado con situaciones mucho más serias. "Cuando tienes un enfermo grave y tiene que subir a la ambulancia, llamas y te dicen que no va a llegar y tienes que bajar y hacer de guía a la ambulancia. Es muy triste", comenta Monje.

Ramis dice que cuando compraron solares y casas les dijeron que en cuestión de pocos años todo estaría en regla. Pero no fue así. Los sucesivos cambios políticos y urbanísticos han dejado a Bellavista en una especie de limbo.

Desde hace más de un año no reciben correo en casa porque Correos suspendió el reparto alegando falta de seguridad para sus carteros a la hora de circular en moto por estas calles. Sin embargo, los de Bellavista no entienden cómo los mismos carteros sí pueden repartir notificaciones, paquetería y envíos de empresas privadas. El asunto está en manos de la Comisión Nacional de Mercado de Valores, comenta Maria Ramis.