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Palma a palma

El coche del pobre

El coche del pobre

Hubo un tiempo, ya casi olvidado, en que la gente compraba en pequeños comercios. Cada uno con su bolsa, o con las que suministraban en las tiendas. Pero entonces aparecieron las primeras grandes superficies. Y como su nombre indica, gozaban de un tamaño considerable. Ya no bastaba con llevar la bolsa en la mano. Hacía falta un medio de transporte para cargar toda la compra y recorrer largas distancias. Fue así como aparecieron los carritos metálicos.

Estos vehículos cambiaron muchas cosas. Lo primero, la cantidad de cosas compradas. Su capacidad daba para adquirir muchos productos en una sola vez. Surgieron entonces esos consumidores con el carrito a rebosar, haciendo cola en las cajas. Comenzó otro tipo de compra, masiva, a base de circular y dar vueltas por los pasillos. A veces arrastrando ese carrito que deriva hacia la izquierda tozudamente. Evitando los choques. Aguardando en las aglomeraciones. Como unos pequeños autos de choque de las compras.

Pero también esos ingenios tendrían una aplicación impensada. Que nadie había previsto. Se convirtieron en el coche del pobre.

Abandonados a su suerte en los grandes aparcamientos, o accesibles al módico precio de un euro, los carritos pasan muchas veces a manos de los más desfavorecidos. Gente sin techo, recogedores de objetos viejos, vagabundos. La población marginada para siempre del mercado automovilístico y que hasta entonces tenía que ingeniárselas con extraños inventos para acarrear sus cosas encontró así su recurso.

El coche del pobre es esquemático y simple. Pero allí caben los enseres que para muchas personas constituyen su casa. Unas mantas, unas cajas, un poco de comida, ropa, papeles, recuerdos personales. Los desahuciados de la cultura del consumo, esa que organiza sus bacanales en los grandes centros de la compra. Mientras suenan las voces y las músicas, lejos de la luz de los fluorescentes, unas sombras pasan silenciosamente con su carrito. Ese coche del pobre que nadie querrá robar. A la busca del camino para salir de la indigencia.

En este aspecto, los carritos de supermercado han suministrado más ayuda social que muchas administraciones.

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