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Sa Torreta

Vacas alrededor de la muralla

El foso de la muralla tuvo una intensa actividad. Arxiu A. Salas

"Una puerta pintoresca en el norte de la ciudad, ahora llamada de Santa Margalida, pero conocida por los moros como Puerta de los Cristianos, es recordada como la que atravesó el rey en Jaume al entrar triunfalmente en Palma. Esta puerta, como el resto de supervivientes de las fortificaciones antiguas, se encuentra situada dentro de la muralla actual, que rodea la ciudad con una especie de carretera elevada [...] Aquí es donde el ciudadano sube por la tarde a disfrutar de la brisa marina y de la magnífica vista sobre la tierra ya el mar. Las vacas pastan libremente a lo largo de la muralla, rodeadas de niños que juegan, bandadas de palomas vuelan en círculo, mientras escuadrones de reclutas marchan incesantemente de uno a otro lado de la mañana a la noche en el lecho seco del foso".

Margaret d´Este ´A Mallorca con una cámara´, publicada en inglés en 1907 y traducida al catalán en 2014 por Jaume Boada.

Nada de lo descrito por Margaret d'Este Moss King, que viajó acompañada por su madre y fotógrafa, existe. La principal víctima de los 110 años transcurridos es la puerta de Santa Margalida o de Bab al Kofol, que seis años después del viaje de la escritora fue derruida, en medio de un gran escándalo ciudadano, pese a tratarse de un monumento nacional. La avaricia y la especulación hicieron que desapareciera después con nocturnidad, alevosía y con la ayuda de la dinamita. La historia nunca ha sido demasiado respetada en esta tierra.

Antes, con permiso de la autoridad, había comenzado el derribo la muralla renacentistas de Palma. Esa que permitía los bucólicos paseos descritos por la viajera. Hoy, los restos siguen atrayendo a miles de ciudadanos dispuestos a admirar las vistas sobre el mar.

Lo que también ha desaparecido son las formaciones de soldados que aprendían a desfilar sin perder el paso en el foso de las murallas. Y, por supuesto, no asoma ni una sola vaca cerca de lo que fue el recinto defensivo. Solo coches y edificios se ven en un horizonte que casi se toca con las manos.

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