El antiguo Hostal Baleares se convertirá en un hotel boutique de cuatro estrellas. La popular pensión de Pere Garau, cerrada hace más de 30 años, será objeto de una rehabilitación integral para albergar medio centenar de habitaciones, tal como explicó uno de los nuevos responsables del inmueble, Carlos Bibiloni. La empresa de construcción Jaume Bibiloni junto con otros socios mallorquines han adquirido este histórico establecimiento de la plaza de las Columnas y prevén reformarlo en el plazo de unos 16 meses desde el momento en el que Cort les conceda la pertinente licencia de obras.

Los promotores han solicitado el permiso, que no está afectado por la moratoria del consistorio para futuros establecimientos de uso turístico, según señalaron desde la concejalía de Urbanismo y Modelo de Ciudad. Este verano el Hostal Baleares fue incluido en el nuevo catálogo de protección de edificios de interés histórico, arquitectónico y paisajístico, por lo que tendrán que mantener la estructura originaria y elementos de valor, como por ejemplo las baldosas hidráulicas y la escalera central del inmueble. La inversión prevista para la reforma integral alcanza los tres millones de euros, como afirmó Bibiloni.

El catálogo indica que se trata de un edificio de la primera mitad del siglo XX sin autoría conocida, con planta baja y tres alturas, que "ocupa prácticamente toda la manzana y se articula entorno a un patio central". Detalla además como peculiaridad que la planta se adapta "a la curvilínea de la plaza Francesc Garcia Orell -está en el número 8- y a la resolución en chaflán en las calles traseras", según se puede leer.

Cuando la nueva propiedad adquirió el establecimiento este verano, procedió a realizar unas obras de urgencia que los vecinos de Pere Garau llevaban casi dos años esperando. En noviembre de 2015 se cayeron varios cascotes de la fachada, por lo que la Policía Local tuvo que acordonar la zona ante el riesgo de nuevos desprendimientos. Sin embargo, no se adoptaron más medidas, por lo que algunos residentes criticaron esta dejación en una de las plazas más importantes de Palma.

Los vecinos más antiguos del barrio recuerdan el patio de luces que tenía la pensión, con una frondosa vegetación, así como el bar de la planta baja, abierto a toda la población. El negocio era regentado por un matrimonio, pero fue languideciendo poco a poco porque los dueños se fueron haciendo mayores. Era uno de los hostales más frecuentados antes del boom turístico de los 60.