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Sa Torreta

La invasión de las antenas

Antenas, antenas y más antenas. La imagen podría publicarse en la sección de pasatiempos y preguntar, ¿cuántas hay?

¿Cuántas antenas hay en la fotografía? Torrelló

Antenas, antenas y más antenas. La imagen podría publicarse en la sección de pasatiempos y preguntar, ¿cuántas hay? He contado 36, pero no pondría la mano en el fuego para afirmar rotundamente que esta es la solución correcta. En cualquier caso, la fotografía tomada por Torrelló demuestra la existencia de una dictadura de la televisión en los años del desarrollismo, cuando el país buscaba codearse con el resto del mundo.

El primer televisor que entraba en el hogar, por supuesto en blanco y negro, pronto arrinconaba el altar en el que se veneraba a los santos protectores de la casa o a los difuntos. Encima del recién llegado se colocaba una Torre Eiffel de plástico regalada por un pariente que había viajado a la capital francesa -y que contaba en voz baja su experiencia en el cine en el que había visto El último tango en París-. La abuela tejía una funda en punto de cruz para preservarla del polvo y de un golpe accidental. La familia veía unida hasta la carta de ajuste.

La siguiente revolución llegó con el color. Tras años de discusión sobre las ventajas e inconvenientes de los sistemas Pal o Secam se optó por el segundo por razones tanto políticas como técnicas. Ya no hizo falta dejarse la vista para distinguir cuál era el jugador del Athletic Club de Bilbao y cuál el del Deportivo basándose en el grosor de las rayas.

Con cada avance se colocaban más y más antenas. Después aparecieron las parabólicas y llegó a ser frecuente ver una paellera, como se las denominaba popularmente, en cada balcón o ventana. Las colectivas que comenzaron a instalarse en los edificios de nueva construcción paliaron el problema de los bosques de dipolos. La caída en desgracia de este intruso de las terrazas y tejados se ha acentuado en los últimos años.

La televisión por cable libera las azoteas pero invade las fachadas. Ahora es el tiempo de internet y de la fibra óptica. Cada días más megas para elegir entre una oferta casi infinita en la pantalla grande del televisor o en la más chica del ordenador. Los bosques de antena pronto serán una especie en peligro de extinción.

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