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Mujeres de hoy

Cristina Llorente Roca: "No basta con tener un modelo de ciudad, hay que echarle valor y tomar decisiones"

Junto a Pablo Amor, creó Arquitectives, donde se enseña a los niños a tener mirada crítica hacia el urbanismo

Cristina Llorente se presenta como una persona "resolutiva y cabezota". Ambos rasgos ayudan. Guillem Bosch

Entre los 12 y 13 años, Cristina Llorente Roca -Palma, 1981- decidió que iba a ser arquitecta. “La hermana mayor de una vecina se iba a estudiar Arquitectura. Le pregunté en qué consistía. Me contestó que en hacer casas, edificios, ciudades... Dije que yo quería hacer eso”. Y lo hizo, en la ETSAB de Barcelona. Aquel rasgo de persona decidida sigue intacto. “Soy resolutiva y cabezota. Para bien o para mal, estas características me ayudan en el oficio”, confiesa.

Junto al también arquitecto Pablo Amor montó en 2009 Arquitectives, un grupo de trabajo dedicado a hacer pedagogía con la arquitectura y el urbanismo. De hecho, ahora ambos son los delegados en España de la red Architecture & Children de la Union Internacional de Arquitectos, en la que están 22 países.

“¿Por qué no se explica cómo crecen las ciudades, los modelos de territorio, qué es bueno o malo en tu ciudad? La educación en estos temas es fundamental entre los niños porque ellos son los ciudadanos del futuro. Si se les pide opinión, deben ser personas conscientes”, expresa. Un dato: “En Finlandia, la arquitectura es una asignatura obligatoria desde los tres años de edad”.

Amiga de los procesos participativos, es muy crítica si no van seguidos de políticas firmes, Cristina Llorente recuerda que “no basta con tener un modelo de ciudad; hay que tener valor y tomar decisiones”. En la actualidad está pendiente de que el Ayuntamiento dé el visto bueno a su proyecto Solar, según el cual se daría nueva vida a espacios desasistidos en barrios como La Soledad-Nou Llevant o zonas como la de Son Ximelis, siempre tras un proceso participativo entre los vecinos.

P Barcelona ¿duele? Lo pregunto porque usted estudió en la ETSAB de la Ciudad Condal.

R No más que una u otra ciudad, París o cualquier lugar de Siria. Barcelona me queda lejos y, además no me gusta lo que veo, cómo está tirando a convertirse en un parque de atracciones. Me parece que Madrid mantiene más la autenticidad, su vida de barrio.

P ¿Y qué le parece Palma?

R Me preocupa el rumbo. Ha tardado en llegar, pero la colonización está siendo devastadora. Estamos viviendo un urbanismo de ciudad Disney, donde todas son iguales.

P ¿Hay remedio?

R Hay zonas que no tienen vuelta atrás, como Santa Catalina. Al volver a Mallorca, mi máxima aspiración era vivir en este barrio. Lo conseguí, pero tuve que dejarlo porque no me gustó su deriva. No volvería ni loca a vivir allí.

P ¿Es integrante del movimiento Palma, Ciutat per a qui l’habita no per a qui la visita?

R No, pero comparto algunos de sus argumentos. Estoy en contra de no cuidar lo que nos hace ser lo que somos. Los comercios tradicionales desaparecen y son sustituidos por franquicias, pero claro, lloramos cuando eso pasa, pero nadie hace nada antes. ¿Por qué no consumimos en esos negocios en lugar de lamentarnos cuando cierran? Los hábitos que tengamos como ciudadanos van a influir en cómo va a ser el espacio público. Si estamos pegados al coche, si compramos en grandes superficies... Hay que ser conscientes y asumir que todos tenemos contradicciones. Es fundamental educar desde que somos niños.

P ¿De ahí Arquitectives? ¿Cómo surgió?

R Pablo Amor y yo empezamos a trabajar en talleres para niños, interesados en darles herramientas para entender la casa, la ciudad, los lugares. En 2009 yo trabajaba en la administración pública, en el Ibisec, y me aburría. Un día, hablando con compañeras, salieron ideas de talleres de arquitectura y a mí me interesó el dedicado a los niños. Junto al arquitecto Pablo Amor, empezamos a estudiar la importancia que tenía la arquitectura como herramienta pedagógica para entender algo tan inmediato como la casa, la ciudad. Mientras en Finlandia es una asignatura obligatoria para los escolares desde los tres años, en España hay un vacío total. Hablamos con el grupo International de Architecture Children y nos nombraron delegados para España. Ahora resumo porque todo este proceso llevó más de tres años. En 2012, en plena crisis, me echaron de la Administración, y me hicieron un favor. Ahora estoy volcada en Arquitectives 100 por 100. Y ‘loca’ fue lo más suave que me dijeron. Hoy ya me entienden más.

P ¿Cómo les convenció?

R Cuando entramos en la carrera de arquitectura ni sabíamos quién era Le Corbusier. Por qué en los colegios no se explica cómo crecen las ciudades, qué es y significa tener uno u otro modelo territorial. Es importante para los que toman decisiones el poder apoyarse en las opiniones de personas conscientes. Soy de la opinión de que se debe empoderar a los niños y a los adultos para que tengan criterio y puedan criticar cosas.

P Palma, gracias al nuevo equipo, tiene un modelo de ciudad. ¿Qué opina de él?

R No me gusta la tendencia que están tomando las ciudades. El reflejo comunitario de una ciudad está en el espacio público, y en Palma se ha convertido en una mercancía: terrazas, el coche hasta la cocina. El actual equipo de gobierno habla de modelo de ciudad y está bien, pero una ciudad no se hace en una legislatura. Al final los buenos propósitos acaban en actuaciones puntuales. Al equipo de Noguera le criticaría que teniendo un programa tan potente, con la introducción de un modelo participativo, se les cae porque les falta valor para tomar decisiones. Un ejemplo es lo que ha ocurrido con las terrazas del Born. Montan un proceso participativo fuera de tiempo y sin que la gente esté preparada. Creo que para opinar, hay que informarse. Quizá no todo el mundo pueda participar.

P ¿Suena a elitista?

R El urbanismo no es un asunto fácil. Soy una fan de las ciudades escandinavas, donde se ve esa educación de base que se traslada a su conciencia comunitaria.

P En Palma, la percepción es que los nórdicos nos están invadiendo, o “colonizando”, por usar su mismo término.

R ¡A mí me gustan en su sitio!

P ¿Hay buena arquitectura en Palma?

R No, aunque hay matices. El Palacio de Congresos me gusta pero no su ubicación.

P ¿Derribaría Gesa?

R Para nada, y por varios motivos! Por el coste económico y ambiental que supondría y porque tiene el interés arquitectónico que otros le quitan. La decisión del juez diciendo que no es un edificio moderno me ha puesto los pelos de punta. ¡A Gesa le faltan diez plantas! ¡Mira el edificio Seagram Mies Van der Rohe! Está claro que Ferragut bebió de esas fuentes.

P ¿Sobran hoteles en Palma?

R Muchos. Estamos sectorizando que en Palma solo se puede alojar en el centro quien pague 300 euros la noche. Me horroriza. ¡Quiero ir a un bar donde tomar un café con leche en vaso de cristal!

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