Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a Palma

El amigo cibernético

Durante mucho tiempo, las personas que te rodeaban respondían a unas pocas categorías. Los familiares, después los amigos...

El amigo cibernético

Durante mucho tiempo, las personas que te rodeaban respondían a unas pocas categorías. Los familiares, después los amigos, los puramente conocidos y los desconocidos. A ellas hay que adjuntar un nuevo ítem, inédito hasta hace relativamente poco tiempo: los amigos cibernéticos.

Cualquiera de las redes sociales más en uso, como puedan ser Facebook, Twitter o Instagram, ha ido creando un tejido de "amistades" radicalmente nuevas. Ya no se trata de gente con la que te cruzas por la calle, o que vive en tu misma escalera, o que estudió en tu escuela. Ahora son desconocidos que aparecen constantemente en tu ordenador. A veces, con imágenes bien personales. De manera que aunque no sepas exactamente quiénes son, acaban por serte familiares. Incluso sabes cosas íntimas sobre ellos. Sus preferencias, su postura política, la foto de la paella del domingo, donde pasan sus vacaciones...

El amigo cibernético acaba por crearte una cierta sensación de confianza. El momento culminante se produce cuando, por una de esas casualidades de la vida, te cruzas personalmente con él. Lo ves en carne y hueso.

Es un trance difícil. Porque no hay pautas para saber cómo actuar. ¿Debes saludarlo con total naturalidad como si fuese el vecino de enfrente? ¿O bien, como suele ocurrir, te "haces el sueco" como si no supieses de quién se trata? ¿Deberías esperar a que alguien os presente, como ocurría antes? ¿O te saltas todos los protocolos y le dices alegremente: "¡Hola!, ¿no me conoces? Soy tu amigo de Facebook"?

En cualquiera de los casos, la reacción suena extraña. Porque al César lo que es del César, y a Internet lo que es de Internet. Es decir, mezclar la realidad virtual con la física crea malentendidos y situaciones embarazosas. Son dos órdenes muy distintos de las cosas. Y conviene no agruparlos demasiado. Si una ventaja tiene el amigo cibernético es que te deshaces de él con suma facilidad. A la primera que te invita a uno de esos juegos on-line que causan furor, o da la razón a algún argumento con el que no estás de acuerdo, lo eliminas de un plumazo. Sin la molesta circunstancia que tienen los conocidos físicos, que consiste en volvértelos a encontrar en cualquier momento.

Finalmente, el amigo cibernético no tiene nada de amigo ni de conocido. Es un simple acompañante.

Compartir el artículo

stats