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Sa Torreta

El neumático como juguete

Juego de niños en las inmediaciones de Santa Creu. Torrelló

Un niño que juega con un neumático. En esta Mallorca en la que los regalos infantiles van de las PlayStation a los drones alguien puede pensar que la imagen que ilustra este artículo está tomada en un barrio marginal de Sudamérica o en un pueblo semiabandonado de Oriente Medio. Sin embargo, Torrelló tomó esta fotografía muy cerca de la Porta de Santa Catalina y de la iglesia de Santa Creu. El bar Español está ahí como referencia de la ubicación palmesana de la escena.

Hubo un tiempo en que el reciclaje no era una necesidad para acotar el exceso de consumo. Al contrario, suponía una actitud para paliar la carencia de casi todo. Los juguetes no eran un objeto de primera necesidad y solo las familias pudientes -o las de clase media con hijo único, algo poco abundante en los años sesenta del siglo pasado- podían comprar el caballito de cartón, la muñeca Mariquita Pérez y, el sumun de la modernidad, la pista de Scalextric. Algunos llegaban a una peonza o a unas canicas de barro -las de cristales de color eran la representación del lujo asiático-.

Los demás reciclaban. Unas cáscaras de nuez se convertían en navíos que surcaban la acequia o el lavadero. Con la ayuda de una goma elástica y un trozo de caña se transformaba en un instrumento que imitaba el croar de una rana. Las cometas no conocían el plástico. Se utilizaban cañas cortadas por la mitad y papel de seda, que se pegaba con una mezcla de harina y agua -el Imedio parecía química de altos vuelos-. Las cajas de cartón o madera se transformaban en camiones. Las llantas de las ruedas de las bicicletas eran los aros perfectos que, guiados por la mano diestra y un trozo de alambre en forma de 'u' en un extremo, recorrían las polvorientas calles de la ciudad. El neumático era más rudo y de manejo más complicado, pero no era la única parte de la rueda reciclada en juguete.

La cámara de aire era el flotador perfecto con el que los niños de los años sesenta hacían sus primeras incursiones en el mar. Nada de cocodrilos ni cisnes. Nada de colchonetas triangulares con dibujo de pizza. Un aro negro para flotar.

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