A los barrios se les conoce por sus diálogos con las paredes. Si en el centro de Palma, Canamunt es el más elocuente, en la periferia el más hablador es La Soledat.

"El arte urbano es el motor del cambio, incide en la necesidad de crear conciencia social", opina Tolo Buades, integrante del Grup d'Amics de la Soledat de Fora Porta. Él nos conduce del norte al sur del barrio donde algunos vanos de paredes, muros mudos, se han vuelto altavoces de esa "conciencia social" de la que habla.

En la calle Punta apareció uno de los primeros, el de Joan Aguiló con la llamada a parar los desahucios. Al lado, una procesión de caracoles arrastrando el peso de una casa, de Soma. "Su carácter reivindicativo y el mensaje social implícito que conlleva representa una herramienta útil que permite a los ciudadanos de las urbes modernas recuperar el espacio urbano y hacerlo más habitable", reitera Buades, acerca de estas dos intervenciones. Muy cerca, en la fachada de Can Salom, donde persisten los restos de la fábrica de zapatos Gorila, está el giradiscos ensaimada, también de Soma. Sin duda, son los artistas más prolíficos que han hecho de las medianas, de muros sin dueño, sus lienzos. "Ambas obras tienen algo más de cuatro años", indica Tolo Buades.

Sin firmar, en una puerta, un dibujo tinta de añil la estrecha calle donde se trapichea en un barrio de claroscuro que no ahuyenta a los artistas. Como Esther Olondriz, que lleva años teniendo su taller muy cerca de la antigua fábrica de Can Ribas. Si algo define la razón de ser del arte callejero es su fugacidad. No es arte de museo, huye del encierro de galerías. Esa inconformidad es su carta de naturaleza. La Soledat tentó a Marina Molada y sus fotografías. Llevó el mar a una puerta tapiada y al fondo recreó una cueva. Hoy, esa metáfora del misterio son apenas hilachas del papel con el que Molada habitó el barrio, en la calle Fornaris.

Otro que también ha sido presa de la fugacidad es el ojo de la Soledat, un dibujo emplazado en el límite de La Soledat sur, de José Luis Gorreta y Paco Heredia. En el perímetro de Can Ribas, donde Cort tiene proyectado hacer un centro para las artes, están las huellas de los alumnos del proyecto AIPC Pandora, que organizó Arquitectives y que contó con la colaboración de Soma. Recientemente, en el solar de Barranquilla, se intervino en el largo muro por alumnos de universidades internacionales en el 'Projecte solar', que busca dar usos, de acuerdo con las necesidades y deseos de los vecinos, a solares vacíos.

La Soledat tiene más que enseñar. Solo hay que perderse. Los niños de los colegios también han dejado sus huellas artísticas con intervenciones en patios y fachadas como las del CEIP del barrio.