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Palma a Palma

El fotógrafo ocasional

Ya se sabe que, como dice la canción, "el vídeo mató a las estrellas de la radio". Del mismo modo que el selfie ha terminado...

El fotógrafo ocasional

Ya se sabe que, como dice la canción, "el vídeo mató a las estrellas de la radio". Del mismo modo que el selfie ha terminado con nuestra labor de fotógrafos accidentales.

Durante años, hemos ejercido de foteros de ocasión. Cada vez que pasábamos por s'Hort del Rei o las inmediaciones de la catedral, algún turista -solo o en grupo- te pedía que le hicieses una foto con su cámara. Era casi un reflejo inconsciente. Cogías la cámara, hacías un gesto falsamente profesional. Te agachabas. Procurabas no coger la escena a contraluz. Y que el horizonte no saliera torcido. Contabas: "One, two, three... Cheers....." Y veías por el visor a un grupo de orientales sonriendo con la catedral al fondo. Click.

Les devolvías la cámara y ellos te daban las gracias. Así hasta el próximo grupo de turistas.

A pesar del pequeño esfuerzo que ello suponía, era una actividad agradecida. A veces, pensabas que en algún lugar -al otro extremo del mundo- aquella gente recordaría su visita a Palma gracias a tu foto. Y que, en cierto modo, tú serías partícipe de aquel pequeño recuerdo. Agradable y sutil. Como han de ser las cosas placenteras.

Ahora, por el contrario, todo el mundo va con su palo de selfie. Se hacen instantáneas en los lugares más insospechados. Delante de una alcantarilla, junto a un contenedor. Los turistas se sonríen a sí mismos mientras accionan la varita prodigiosa.

Ahora es mucho más difícil adivinar cuál es la secreta intención del selfie. El otro día, en el autobús, una turista no cesaba de hacerse selfies mientras iba cambiando de cara alternativamente. Con toda la gente del bus del Arenal al fondo. Sin ningún paisaje ni monumento que recordar. Resultaba bien difícil adivinar el presunto encanto de esas instantáneas.

El selfie ha matado a ese fotógrafo accidental que éramos nosotros los aborígenes. Desde hace mucho tiempo, nadie me pide que le haga una foto. Hemos dejado de ser coadyuvantes en la memoria de los visitantes. Ellos son autónomos. Y no necesitan a nadie que les inmortalice sus vacaciones.

Algún día lo recordaremos con nostalgia. Aquellos tiempos en que los turistas nos pedían que les hiciéramos fotos por la calle...

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