La bandera roja ondeaba el pasado miércoles en la playa de Can Pere Antoni por un vertido de aguas fecales. Al día siguiente, a pesar de la bandera amarilla y de que Emaya debía realizar analíticas para cerciorarse de las óptimas condiciones del mar, la playa ya estaba hasta los topes y la gente se bañaba. Vertidos como este último tienen consecuencias sobre el medio marino, pero también suponen un peligro potencial para las personas. Los microbiólogos no descartan que las bacterias y virus que se encuentran en los vertidos puedan entrar en el círculo de la salud humana.

En los efectos de estos vertidos tiene mucho que ver la dinámica de las aguas de la playa donde se produce. En este punto, el microbiólogo del Imedea, Ramon Rosselló, especifica que no es lo mismo un vertido en una playa abierta, donde el agua se regenera con mayor rapidez, como puede ser Can Pere Antoni, que en una cala más cerrada.

Aun así, a pesar de que el mar diluye las bacterias, Rosselló cree que considerar, tras un vertido, que el baño "es absolutamente seguro, es una equivocación".

Cambio en el medio marino

Los vertidos de aguas residuales no dejan de ser una entrada de microorganismos vivos que pueden ser patógenos, es decir, pueden causar una enfermedad, añade el microbiólogo.

Según estudios científicos publicados, el agua con residuos fecales puede causar diarreas o infecciones en caso de ser ingeridas, pero también infecciones oculares y de oidos.

Jorge Terrados, director del Imedea y doctor en Biología, comenta que las aguas residuales urbanas vertidas al mar suponen un aumento de nutrientes que alimentan la proliferación de algas y cambian la composición de la comunidad marina. En este punto, la posidonia es una de las más afectadas.

Las bacterias que hay en el medio marino se alimentan de esos nutrientes procedentes de los vertidos y como consecuencia se degrada el oxígeno, provocando la muerte de microorganismos que lo necesitan, explica el experto.

Biel Moyà, profesor emérito de la UIB y experto en Ecología, afirma que del estudio de la proliferación de algas se ha constatado que algunas pueden ser tóxicas y que la gente se baña igualmente, a pesar de que tengan un color extraño. "Hemos llegado a un grado de inconsciencia o de desconocimiento", concluye Moyà.

Un problema de siempre

Los expertos consultados coinciden al recordar que los vertidos de aguas fecales llevan produciéndose décadas. Por un lado, ha mejorado el sistema de depuración de las aguas fecales, pero por otro, los vertidos al mar incluyen ahora más sustancias químicas.

En Palma, ya sea por lo obsoletas que han quedado las instalaciones o porque la lluvia desborda las canalizaciones de la estación impulsora (que dirige aguas fecales de la ciudad hacia la depuradora del Coll) los vertidos son frecuentes. En 2015, esta situación se repitió hasta tres veces en un mes, en pleno verano. En mayo de 2016, las playas de Can Pere Antoni y Ciutat Jardí izaron la bandera roja por este motivo. Y hace tan solo unos meses, una gran mancha marrón de residuos fecales apareció flotando en aguas de Can Pastilla.