La caminata creada por Tolo Güell y un grupo de amigos de su bar se acerca a una nueva edición después de haber superado un match ball que la situó al borde de la desaparición. Para reverdecer antiguos laureles quizás necesita proezas asociadas como la de 1984.
Un joven albañil llamado Sebastián Garrido decidió aquel año recorrer los más de 50 kilómetros entre Palma y el santuario cargado con una bombona de butano.
El reto se fraguó durante meses. Entrenó tanto como Rafel Nadal para ganar diez Roland Garros, dos Wimbledon, dos abiertos de EE UU y un Abierto de Australia. Tanto como Jorge Lorenzo para sumar cinco título mundiales. Tanto como Alba Torrens para ser la mejor deportista femenina de Mallorca.
El 10 de marzo de 1984, El Butanero, así le llamaban pese a que trabajaba como albañil, cargó la bombona y marchó desde Felanitx a Sant Salvador y desde ahí a Portocolom. Treinta kilómetros en poco más de cinco horas.
El siguiente reto era cubrir el trayecto entre el bar Güell y Lluc. El intento se fijó para el 20 de octubre. Torrelló, autor de la foto que ilustra el artículo, plantea dos dudas: ¿Llegó a Lluc? ¿La bombona estaba vacía? La documentación de la época permite dar respuestas: llegó al santuario, acompañado de médico, ambulancia y una pareja de la Guardia Civil, después de doce horas de caminata. Un notario comprobó que la bombona estaba llena.
Todo lo demás son escándalos, escandalillos más bien. Se habían cruzado apuestas -se hablaba de 60.000 euros, diez millones de pesetas de la época- entre quienes defendían que se lograría el reto y quienes no creían que fuera posible. El problema surgió cuando se supo que durante el recorrido había recibido numerosas ayudas y que sobre las espaldas de El Butanero había, además de la bombona, intereses espurios: promesas de dinero y fama, que pronto languidecieron.
