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El rincón del gato

El calor no supone únicamente un engorro. También sirve para aprender cosas. Para descubrir secretos y estrategias de supervivencia...

El rincón del gato

El calor no supone únicamente un engorro. También sirve para aprender cosas. Para descubrir secretos y estrategias de supervivencia. Existe, por ejemplo, una vieja discusión. Entre los partidarios de dejarlo todo abierto y dejar que entre el aire y la luz, y aquellos que por el contrario cierran persianas y ventanas. Confiando en conservar ese frescor ligero, fútil, que la noche deposita en las casas.

Modernamente, la gente no está para tantas sutilezas. Intentan paliar los sofocos a base de medios mecánicos. Sobre todo con aire acondicionado. Y más modestamente con la artillería de los ventiladores. Pero lo más interesante es descubrir las estrategias de la propia naturaleza. Y nada mejor para ello que acudir al rincón del gato.

Los gatos, inteligentes felinos, saben muy bien por dónde van. Cuando entran en una casa, se colocan inmediatamente en el lugar mejor. Si desprecian un sillón o una habitación, es que realmente no vale la pena. Pocos animales tienen un sentido topográfico tan completo y voluptuoso como ellos.

Por esa razón, cuando aprieta el calor, lo mejor es copiar a los gatos. Si la canícula resulta insoportable, el micifuz se irá directamente al lugar más fresco de la casa. Buscará la parte baja de un mueble, el alféizar de una ventana, un oscuro interior de armario, el refugio de la carrocería de un coche...

Cualquiera de sus elecciones es muy a tomar en cuenta. Aunque, desde luego, nos resulte muy complicado meternos en un armario ropero o debajo de un coche aparcado. Pero su instinto siempre tiene razón.

El rincón del gato nos enseña lo absurdo de muchos diseños modernos. Casas que se construyen con grandes cristaleras, sin aislamiento ni persianas. Que obligan forzosamente al empleo de otros medios para su refrigeración. La prepotencia tecnológica de estos tiempos se ha permitido despreciar las estrategias de siempre: una buena orientación, paredes gruesas, porches, parras, corrientes de aire... Como si con un aparato de aire acondicionado todo se pudiera resolver. Sin tener en cuenta el coste, la sostenibilidad y el dudoso futuro que tienen los sistemas más caros.

Un día u otro, habrá que volver a la sabiduría antigua y dejarse de derroches. Volver al rincón del gato.

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